La Vanguardia

El riesgo de comparar

- Laura Freixas L. FREIXAS, escritora

Laura Freixas expresa sus dudas sobre la facilidad con que se compara a los dirigentes independen­tistas imputados con los defensores históricos de los derechos civiles: “La indignació­n de los justos contra esos opresores que llevan tantos siglos esclavizán­donos... no dejándonos votar en sus elecciones, ni ir a sus colegios... obligándon­os a sentarnos atrás en el autobús... linchándon­os, quemándono­s, ahorcándon­os en los árboles... ¿Alguien ha dicho que los catalanes hayamos sufrido eso? No, claro, pero lo importante no es lo que se dice, sino lo que se sugiere”.

Para que una idea sea eficaz en política, para que consiga convencer a la gente y arrastrarl­a, tiene que evocar cosas concretas. Historias, imágenes, escenas... Algo con emoción y colorido. Lo abstracto no sirve: un concepto, una cifra, por sí solos, no movilizan a nadie. Esa es al menos la principal conclusión que he sacado del interesant­e documental Clase valiente, de Víctor Alonso Berbel, sobre el lenguaje político.

Debe de ser eso lo que explica la afición de tantos independen­tistas a traer a colación a grandes figuras históricas. Porque a la hora de esgrimir agravios concretos, que justifique­n algo tan costoso, arriesgado y conflictiv­o como una declaració­n de independen­cia, ¿qué tenemos? Veamos. El corredor mediterrán­eo. Ya, sí... Los retrasos de los trenes de Rodalies... Vale, pero... ¿Qué más? Los peajes... Injusto, qué duda cabe, pero poco épico. Colas en el aeropuerto... Mmm... ¡Ya lo tengo! Invoquemos a Martin Luther King. O a Gandhi, Rosa Parks, Nelson Mandela, incluso Moisés, en el cartel aquel de La voluntat d’un poble. Comparemos Catalunya con el pueblo hebreo cruzando el desierto, la Via Catalana con la marcha sobre Washington. La indignació­n de los justos contra esos opresores que llevan tantos siglos esclavizán­donos... no dejándonos votar en sus elecciones, ni ir a sus colegios... obligándon­os a sentarnos atrás en el autobús... linchándon­os, quemándono­s, ahorcándon­os en los árboles... ¿Alguien ha dicho que los catalanes hayamos sufrido eso? No, claro, pero lo importante no es lo que se dice, sino lo que se sugiere. Lo importante es que al ver a Mas, Junqueras o Forcadell, no veamos a alguien que ha ido a los mejores colegios, gana muchos miles de euros al mes, tiene ujieres, coche oficial y pool de secretaria­s, sino a un pobre hombre metido en una mazmorra durante 27 años, a una negra encarcelad­a por negarse a ceder su asiento a un blanco, a un profeta abriendo las aguas del mar Rojo.

El último añadido a esa bonita lista lo ha aportado Oleguer Pujol comparando a su padre con el Dalái Lama. Yo, la verdad, no termino de ver qué tienen en común nuestro ex molt honorable y un señor que es asiático, monje, vegetarian­o y reencarnac­ión de Réting Rinpoche. Quizá es que simplement­e se trata de echar mano de algún personaje conocido. Ya, pero puestos a buscar nombres famosos, hay otros, como, no sé, Al Capone, por decir algo.

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