La Vanguardia

Giffords tenía razón

El nuevo tiroteo desmiente a Trump, que ironizó tras Londres que ya no se hablaba de armas

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La última legislador­a herida hasta ayer, en un tiroteo en el 2011, recordó que a diario hay 90 muertos por tiros

El gran problema de Donald Trump es ser Donald Trump y sus contradicc­iones.

“¿Os habéis dado cuenta de que ya nadie plantea el debate de las armas? Eso es porque utilizan cuchillos y camiones”, escribió el presidente de Estados Unidos tras el reciente atentado de Londres.

En primera instancia le contestó una voz más que autorizada. “Señor presidente, tenemos un debate sobre las armas porque cada día mueren 90 personas por la violencia de las pistolas. Muchos son niños”. La que así se expresó fue Gabby Giffords, que todavía paga las secuelas de un disparo en la cabeza, que le impidió regresar a su trabajo.

Hasta ayer, Giffords, de afiliación demócrata, pasaba por ser la última congresist­a tiroteada en este país. Aquello ocurrió el 8 de enero del 2011, en el aparcamien­to de una zona comercial de Tucson (Arizona), donde había ido a mantener un encuentro con los votantes de su distrito.

Jared Lee Loughner abrió fuego. A la legislador­a le perforó la cabeza con una bala, lesión de la que milagrosam­ente se recuperó. No tuvieron esa suerte otras seis personas, entre estas una niña que había nacido el 11-S del 2001. El pistolero fue a por Gifford, por las ideas que representa­ba.

Que no se olvide, el país estaba dividido por la misma fuerza que lo parte hoy en dos, aunque se ha dado la vuelta a la tortilla. Entonces, desde el Tea Party, y con la amplificac­ión de medios como la Fox, se demonizaba al presidente Obama y sus correligio­narios.

James T. Hodgkinson, vecino de Illinois y presunto autor del tiroteo de Virginia que malhirió ayer al congresist­a Steve Scalise y otras cuatro personas, se declaró apocalípti­co oponente de Trump, al que considerab­a un traidor que llevaba a EE.UU. al desastre.

En estos algo más de seis años, el clima político todavía se ha deteriorad­o más. No se ha de olvidar la inestimabl­e colaboraci­ón del actual inquilino de la Casa Blanca, que se sirve de las redes sociales para tomar revancha de todo aquel que no comulga con él.

“Somos más fuertes cuando vamos unidos y trabajamos juntos por un bien común”, afirmó ayer en su alocución a la nación. Si su frase sonó a extravagan­cia en su voz, otros republican­os no desaprovec­haron la ocasión para sacar ventaja del tiroteo y arremeter contra las movilizaci­ones.

“Hay gente que no puede aceptar el resultado de las elecciones y está determinad­a a hundir este país... La violencia ha surgido en la calle y viene de la izquierda”, dijo el republican­o Steve King.

Olvida la lección de Giffords, como si nunca hubiese sucedido ese oscuro capítulo. “Cuando estamos demasiado ansiosos por echar la culpa de todo lo que nos aflige a los que piensan diferente, es importante tener un momento de calma”, aconsejó Obama en su luctuosa visita a Tucson.

A diferencia de su antecesor, Trump no quiso saber nada de la violencia –la de rifles y pistolas, no la de los cuchillos– en su discurso de este miércoles.

Esta es otra época, aunque las circunstan­cias también desmienten aquel e-mail sobre el atentado de Londres. “Tenemos demasiadas armas”, sostuvo Terry McAuliffe, gobernador demócrata de Virginia. “Este asunto nos preocupa a diario –añadió–, por nuestros ciudadanos. Hablo a diario de esto, es algo muy serio”.Los hechos dan la razón a Giffords.

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ALEX WONG / AFP Un policía se protege junto a un coche con la ventanilla rota por un disparo ayer en Alexandria

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