La Vanguardia

Un menor de unos 10 años muere ahogado en un estanque de Girona

- SÍLVIA OLLER

Un niño de unos diez años murió ayer ahogado mientras se bañaba en un estanque del parque de las Hortes de Santa Eugènia de Girona. El menor, de origen subsaharia­no, acudió hasta esta zona verde de la periferia de la ciudad junto a dos amigos que, al ver que no salía del agua, avisaron a los servicios de emergencia sobre las ocho de la tarde. Al lugar acudieron efectivos de los Mossos, bomberos, policía local y servicios sanitarios. Finalmente fue un helicópter­o el que encontró el cuerpo sin vida del menor flotando sobre el agua. Se da la circunstan­cia de que el estanque tiene mucha vegetación, lo que dificulta salir de él.

Por otra parte, ayer se celebró el juicio sobre las cuatro monitoras investigad­as por un delito de homicidio imprudente a raíz de la muerte de una niña de 4 años en la piscina municipal de Ripoll el pasado 19 de mayo. En su primera declaració­n, éstas aseguraron que echaron un último vistazo a la piscina antes de dirigirse con el grupo hasta el vestuario pero que no vieron a la menor ni tampoco el churro que utilizaba la pequeña para aprender a nadar. No fue hasta que vieron que sobraba un albornoz y unas chancletas cuando se dieron cuenta que faltaba un niño y corrieron hacia la piscina, pero ya era demasiado tarde. La niña estaba debajo del agua y, a pesar de las maniobras de reanimació­n que se le practicaro­n, no se pudo hacer nada por salvarle la vida. Las monitoras explicaron que se repartiero­n las tareas de vigilancia del grupo, aunque ninguna de ellas tenía la función específica de hacer de socorrista. Todas ellas y también los cinco profesores que se encontraba­n en el recinto en el momento de los hechos tenían titulación para ejercer este papel. “Si hubiese habido alguien haciendo sólo la función socorrista, segurament­e la niña no habría muerto”, explicó ayer el abogado del padre de la menor, Carles Monguilod, que no dudó en calificar los hechos de “negligenci­a”.

En total, las cuatro monitoras y cinco profesores tenían que controlar a 27 niños. El abogado de la madre de la niña, José María Fuster-Fabra, manifestó su extrañez de que nadie se percatara de lo ocurrido, cuando en el recinto había cuatro monitores con los niños y cinco profesores.

Por su parte, el abogado de tres de las investigad­as, Francesc Jufresa, habló de “accidente” y “caso fortuito” y negó que se tratara de una “negligenci­a grave”. En este sentido aseguró que sus defendidas actuaron con “total corrección”. Ayer también declaró el director de la piscina. Según Monguilod, el director manifestó que no se explica qué pudo ocurrir y que desde entonces no han introducid­o ningún cambio en la manera de vigilar a los niños. El atestado policial destaca que fruto de la construcci­ón de la piscina, para la que se utilizaron grandes cristalera­s para que entrara en el recinto mucha luz, se crea un “efecto espejo” que hace más difícil ver el fondo. Según Monguilod este hecho debería haber hecho que las monitoras extremaran aún más sus precaucion­es. Tras oír sus declaracio­nes, el juzgado de Ripoll mantiene para las monitoras y el director de la piscina su condición de investigad­os por un delito de homicidio por imprudenci­a grave. En la comparecen­cia de ayer, también estaban como responsabl­es civiles el Ayuntamien­to de Ripoll y la escuela pública Pirineu de Campdevàno­l, donde estudiaba la menor.

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