Un premio Nobel y guarderías
Edmund Phelps, premio Nobel de Economía 2006, considera que establecer guarderías en las empresas reduciría la implicación y la eficacia de los empleados. Coincidiendo con esta declaración, en la planta de Seat de Martorell se ha inaugurado un centro de atención sanitaria que justo invita a evocar los servicios que esta empresa instauró en los años cincuenta del siglo pasado. En aquel tiempo, la fábrica de automóviles no sólo proporcionaba a sus trabajadores viviendas con alquileres módicos, sino también substanciales equipamientos. En la Zona Franca, el que fue conocido como barrio Seat constaba de 500 pisos, un dispensario, consultorios de medicina general, maternología y puericultura, una cooperativa de comestibles y otros artículos corrientes, una escuela para niños y otra para niñas (ateniéndose a la inviolable separación por sexos de aquella época), un parvulario mixto que acogía a 200 alumnos y una guardería con más de 70 plazas.
Un complejo incomparable con respecto a la citada instalación en Martorell, aunque también apreciable esta última por cuanto dedica 1.300 m2 al cuidado médico, con 25 profesionales en secciones como cardiología, ginecología, traumatología, salud mental y fisioterapia. Una inversión que ha merecido el certificado europeo de empresa saludable y que induce a sacar a colación, evocando la época pasada, el proverbio que dice: quien tuvo retuvo. Por lo demás, valga contraponer la existencia de la pretérita guardería a la opinión del premio Nobel. Antes, sin embargo, consignemos que a partir de 1980 el barrio Seat se fue desmantelando paso a paso, al traspasar los servicios a la Administración pública y al venderse los pisos que estaban en alquiler, por entonces ya más de 1.000.
Con Volkswagen como compañía propietaria, la Zona Franca fue languideciendo en favor de Martorell, si bien en la memoria de la llamada familia Seat sin duda persisten los recuerdos, entre ellos el de la citada guardería. Y aquí surge la discrepancia con lo que Phelps arguye. Con todo respeto hacia el sabio, creo que sus manifestaciones constituyen un craso error, tanto en cuanto son contrarias a la compaginación familiar y laboral como en cuanto contradicen la experiencia vivida en Seat. Nunca ningún colectivo laboral estuvo tan vinculado a la empresa como aquel del siglo pasado a la factoría automovilística.