Transgresión y reivindicación
Dawn, Arca, Princess Nokia y Tommy Cash ofrecen sus dosis de trap, r’n’b, provocación...
Hermoso día el de ayer, donde el Sónar no presentaba esas incuestionables estrellas de amplio registro, que suelen darse cita en la sesión de noche. Y como ayer no había programación nocturna, fue el cartel diurno el que tuvo que contentar a una afición que no empezó a acudir masivamente hasta que el sol comenzó a menguar algo a partir de las cinco de la tarde. Y eso que al comienzo de la noche incluso llegó a llover.
Fue una buena ocasión para comprobar en vivo la salud de diferentes propuestas del rap y el hiphop que recorren distintas esquinas del planeta, como Princess Nokia, Dawn, Tommy Cash o el más cercano Yung Beef. Aunque quizás el principal protagonismo, y no solo por motivos mediáticos y de nombre, fuera la sesión que ofreció el productor y compositor venezolano Arca, que regresaba a la ciudad por variadas razones como su relación artística con Björk, la transgresora propuesta escénica que suelen tener sus shows, y, sobre todo, su indiscutible calidad. De hecho, la sesión que ofreció ayer en Barcelona con la estrecha colaboración del videoartista y realizador Jesse Kanda sólo se había visto anteriormente en Londres y sólo se podrá volver a ver en Nueva York.
Y no defraudó las expectativas. Con una espectacular y milimétrica puesta en escena tanto a nivel lumínico como videográfico y de sonido, Alejandro Ghersi se volvió a desdoblar en convulsionado hombre de escena, con un arranque contorsionista, soga en mano e intensa descarga teatral (que al finalizar su introducción saludó con un latino “¿qué coño nos sentimos esta noche, Barcelona?”). El mejor Arca tras la música, tras las máquinas y también a nivel carnal. Las imágenes que servían de fondo, elaboradas y de rara atracción, cayeron en algún momento en algo más peliagudo, de contenido explícitamente sexual, aunque él al menos ya advirtiera al público al respecto, avisando que abandonaran el recinto los menores por la crudeza de lo que se iba a visionar.
Antes de que el a menudo extravagante Arca subiera al escenario
El venezolano Arca deslumbró y provocó con su propuesta de intensidad tanto carnal como tecnológica
del SonarHall, el aficionado que desafió al sol ardiente pudo comprobar la, no solo buena salud, sino el polifacetismo del hip-hop y el rap. El posible recorrido comenzó con Princess Nokia, aunque no lo hizo a la hora prevista porque, fiel a su manera de ser, no se presentó hasta más tarde lo previsto. Es un símbolo fornido de la escena rapera neoyorquina, y además, su origen latino y su juventud transcurrida en el Harlem hispano, se reflejan nítidamente en las letras de sus proclamas combativas y reivindicativas, abundantemente feministas. En su estreno absoluto en los escenarios españoles, Destiny Frasqueri, que es como se llama la pequeña princesa neoyorquina, acompañada por una colega en la mesa, transmitió desparpajo, fluidez narrativa y empatía con un público aún no muy numeroso, sobre el que no dudó en lanzarse en plan
pogo.
Su complemento o propuesta en una línea más o menos relacionada aunque de una dimensión musical mucho más elaborada, o al menos a priori, es la que vino a ofrecer Dawn Richard (o Dawn), considerada la más transgresora y heterodoxa cantante del r’n’b contemporáneo. Con todas las músicas y bases grabadas, acompañada de dos aparentes bailarines blancos de presencia a menudo incomprensible, la cantante de New Orleans demostró sus enormes condiciones vocales aunque no acabó de ofrecer un concierto completo a la altura de su fama, aunque el público disfrutó con una propuesta fundamentada
en infalibles hits, tanto de Blackheart como del reciente Redemption. Formal y geográficamente muy distante, aunque con elevadas dosis de transgresión cuidadosamente estudiadas, Tommy Cash no dejó indiferente ni al convencido ni al curioso. El joven mc estonio recuerda en alguna manera el posicionamiento estético de Die Antword, que redunda en una propuesta que bascula entre lo extravagante y lo sólidamente elaborado. Cuando no hipnótico, como demostró con algunos fascinantes cortes de su último e infalible Euroz Dollaz Yeniz.