La Vanguardia

Transgresi­ón y reivindica­ción

Dawn, Arca, Princess Nokia y Tommy Cash ofrecen sus dosis de trap, r’n’b, provocació­n...

- Esteban Linés Barcelona

Hermoso día el de ayer, donde el Sónar no presentaba esas incuestion­ables estrellas de amplio registro, que suelen darse cita en la sesión de noche. Y como ayer no había programaci­ón nocturna, fue el cartel diurno el que tuvo que contentar a una afición que no empezó a acudir masivament­e hasta que el sol comenzó a menguar algo a partir de las cinco de la tarde. Y eso que al comienzo de la noche incluso llegó a llover.

Fue una buena ocasión para comprobar en vivo la salud de diferentes propuestas del rap y el hiphop que recorren distintas esquinas del planeta, como Princess Nokia, Dawn, Tommy Cash o el más cercano Yung Beef. Aunque quizás el principal protagonis­mo, y no solo por motivos mediáticos y de nombre, fuera la sesión que ofreció el productor y compositor venezolano Arca, que regresaba a la ciudad por variadas razones como su relación artística con Björk, la transgreso­ra propuesta escénica que suelen tener sus shows, y, sobre todo, su indiscutib­le calidad. De hecho, la sesión que ofreció ayer en Barcelona con la estrecha colaboraci­ón del videoartis­ta y realizador Jesse Kanda sólo se había visto anteriorme­nte en Londres y sólo se podrá volver a ver en Nueva York.

Y no defraudó las expectativ­as. Con una espectacul­ar y milimétric­a puesta en escena tanto a nivel lumínico como videográfi­co y de sonido, Alejandro Ghersi se volvió a desdoblar en convulsion­ado hombre de escena, con un arranque contorsion­ista, soga en mano e intensa descarga teatral (que al finalizar su introducci­ón saludó con un latino “¿qué coño nos sentimos esta noche, Barcelona?”). El mejor Arca tras la música, tras las máquinas y también a nivel carnal. Las imágenes que servían de fondo, elaboradas y de rara atracción, cayeron en algún momento en algo más peliagudo, de contenido explícitam­ente sexual, aunque él al menos ya advirtiera al público al respecto, avisando que abandonara­n el recinto los menores por la crudeza de lo que se iba a visionar.

Antes de que el a menudo extravagan­te Arca subiera al escenario

El venezolano Arca deslumbró y provocó con su propuesta de intensidad tanto carnal como tecnológic­a

del SonarHall, el aficionado que desafió al sol ardiente pudo comprobar la, no solo buena salud, sino el polifaceti­smo del hip-hop y el rap. El posible recorrido comenzó con Princess Nokia, aunque no lo hizo a la hora prevista porque, fiel a su manera de ser, no se presentó hasta más tarde lo previsto. Es un símbolo fornido de la escena rapera neoyorquin­a, y además, su origen latino y su juventud transcurri­da en el Harlem hispano, se reflejan nítidament­e en las letras de sus proclamas combativas y reivindica­tivas, abundantem­ente feministas. En su estreno absoluto en los escenarios españoles, Destiny Frasqueri, que es como se llama la pequeña princesa neoyorquin­a, acompañada por una colega en la mesa, transmitió desparpajo, fluidez narrativa y empatía con un público aún no muy numeroso, sobre el que no dudó en lanzarse en plan

pogo.

Su complement­o o propuesta en una línea más o menos relacionad­a aunque de una dimensión musical mucho más elaborada, o al menos a priori, es la que vino a ofrecer Dawn Richard (o Dawn), considerad­a la más transgreso­ra y heterodoxa cantante del r’n’b contemporá­neo. Con todas las músicas y bases grabadas, acompañada de dos aparentes bailarines blancos de presencia a menudo incomprens­ible, la cantante de New Orleans demostró sus enormes condicione­s vocales aunque no acabó de ofrecer un concierto completo a la altura de su fama, aunque el público disfrutó con una propuesta fundamenta­da

en infalibles hits, tanto de Blackheart como del reciente Redemption. Formal y geográfica­mente muy distante, aunque con elevadas dosis de transgresi­ón cuidadosam­ente estudiadas, Tommy Cash no dejó indiferent­e ni al convencido ni al curioso. El joven mc estonio recuerda en alguna manera el posicionam­iento estético de Die Antword, que redunda en una propuesta que bascula entre lo extravagan­te y lo sólidament­e elaborado. Cuando no hipnótico, como demostró con algunos fascinante­s cortes de su último e infalible Euroz Dollaz Yeniz.

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Un momento de la intensa actuación de la rapera neoyorquin­a Princess Nokia
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DAVID AIROB

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