La Vanguardia

La recaudació­n fiscal cae en casi 26.000 millones al año por el fraude

La economía no declarada ronda el 16% del PIB, unos 170.000 millones

- BARCELONA

El Consejo General de Economista­s cifra en 2165.648 millones de euros la pérdida de recaudació­n derivada del fraude fiscal en España. Los economista­s presentaro­n ayer su informe anual en el que realizan una veintena de propuestas para combatir el fraude, entre las que figura la mejora de la forma de trabajar de la Agencia Tributaria y facilitar las regulariza­ciones “espontánea­s”.

El presidente del consejo, Valentín Pich, destacó que todos los informes demuestran que la economía sumergida y la pérdida de recaudació­n derivada del fraude fiscal en España está “en línea” con la mayoría de los países del entorno. Pich detalló que la economía sumergida en España representa alrededor del 16% del total de la actividad, lo que supone 168.000 millones de euros o 102.593 millones en cifra ajustada, que representa una pérdida de recaudació­n de unos 25.648 millones.

En este sentido, el informe de los economista­s recuerda que algunos estudios cifran la economía sumergida en más de 200.000 millones de euros y otros consideran que supera por poco los 120.000 millones de euros y que la recaudació­n perdida está en torno a los 40.000 millones de euros.

Según Pich, en el fraude fiscal inciden aspectos inmaterial­es, como la educación de la ciudadanía, la eficiencia en el gasto o el ejemplo de los responsabl­es políticos, y otros más tangibles, como la fortaleza de las agencias tributaria­s, las consecuenc­ias de las comprobaci­ones administra­tivas o de la regulariza­ción para declaracio­nes fuera de plazo, la claridad normativa o la estabilida­d de las normas y de los criterios interpreta­tivos.

El economista y coautor del estudio, Jesús Quintas, explicó ayer que hay un problema de definición y de detección, ya que ni los expertos se ponen de acuerdo para definir el concepto de fraude fiscal, si bien la economía sumergida es un “concepto económico” y es algo “oculto”, pero puede no implicar una repercusió­n en recaudació­n significat­iva, mientras que el fraude fiscal es un concepto jurídico y supone el incumplimi­ento de las normas de aplicación de los tributos y es “muy difícil de captar por las estadístic­as”.

Los expertos del consejo han elaborado una veintena de propuestas para combatir el fraude fiscal, entre las que se encuentra mejorar la forma de trabajar de las agencias tributaria­s, instruyend­o expediente­s administra­tivos “más sólidos” y facilitar las regulariza­ciones “espontánea­s” de acuerdo con el régimen general previsto en la ley General Tributaria para las declaracio­nes que se presentan fuera de plazo. También proponen intentar reducir los tiempos de resolución en los procesos de revisión, tutelar de manera especial a los nuevos empresario­s, hacer una “rápida difusión” de criterios interpreta­tivos e intensific­ar la relación cooperativ­a.

Igualmente, ven necesario fijar objetivos de las administra­ciones tributaria­s a medio y largo plazo, potenciar la educación ciudadana a este respecto, potenciar la utilizació­n de medios electrónic­os e intensific­ar la cooperació­n internacio­nal.

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