Stop a las falsas expectativas oncológicas
EL Col·legi de Metges de Catalunya y las sociedades catalano-baleares de Oncología y de Curas Paliativas han dado un oportuno golpe sobre la mesa para tratar de frenar la creciente oferta de terapias alternativas contra el cáncer, en paralelo al aumento de los enfermos, al margen de los canales científicos y amparados por ciertos mantras y teorías de la conspiración sobre la industria farmacéutica que calan en sectores de la sociedad y se benefician de la vulnerabilidad psicológica de algunos pacientes ante un trance tan delicado.
El toque de atención en forma de documento de estos organismos médicos de Catalunya y Baleares recuerda algo tan elemental como la necesidad de respetar la evidencia científica –el meollo de la medicina– y la obligatoriedad de que las terapias alternativas –que el documento no descalifica por sistema en cuanto que “complementarias”– queden subordinadas a los tratamientos oncológicos y sean un paliativo siempre de forma coordinada para evitar que ciertas terapias
inocuas –en el mejor de los casos– lleven a algunos pacientes a abandonar los tratamientos con base científica o, en muchas ocasiones, tengan efectos negativos secundarios en combinación con los tratamientos ordinarios.
La cura del cáncer es uno de los grandes retos de la humanidad y de la ciencia a la vista de su omnipresencia en la sociedad. Afrontar un cáncer es el desafío al que miles de ciudadanos, sus familias y amigos se entregan a diario, de forma anónima, con la ayuda inestimable de oncólogos, enfermeras y personal sanitario. A pie de página de esta grandeza y esfuerzo, el tratamiento del cáncer brinda una oportunidad de oro para prácticas que, de buena o mala fe, prometen y crean unas expectativas muy peligrosas entre enfermos sometidos a la terapia convencional. Hay casos en manos de la justicia que muestran la falta de escrúpulos y la ignorancia –o ambas cosas al mismo tiempo– de pseudoprofesionales, más guiados por el afán de lucro que por paliar el dolor de sus clientes.
No se trata de invalidar todas las técnicas ni terapias alternativas, pero sí de dejar muy claro cuál es su papel, complementario, y sus limitaciones, a fin de que el cáncer no se convierta en un cheque en blanco para engaños o despropósitos científicos que perjudican, tarde o temprano, al paciente. Y de concienciar a la sociedad sobre la necesidad de guiarse por el rigor médico sin dar alas a las falsas expectativas de supuestos especialistas que prometen resultados que no están en condiciones de garantizar. Milagros, vaya.