Entre la evidencia y el daño
La sociedad de medicina integrativa reclama el uso con rigor de otras terapias poco estudiadas pero con beneficios conocidos
El aluvión que ha caído estos meses sobre las llamadas pseudociencias los ha atrapado intentando organizarse con rigor. Son los médicos, enfermeras y otras profesiones sanitarias que forman la Sociedad Española de Salud y Medicina Integrativa (Sesmi), una sociedad científica donde todos sus miembros han de ser profesionales sanitarios y cuya actividad deberá siempre basarse en los mismos criterios que sus colegas: trabajar con terapias con evidencia científica y cuando esta sea escasa, valorarlas por el mínimo daño que causa. Y actuar siempre de forma complementaria, nunca sustituyendo al tratamiento establecido como de probada eficacia.
“Yo pensaba como farmacólogo e investigador en el IMIM que todo esto era placebo, pero ahora hay otro nivel de evidencia”, reconoce Sergio Abanades, vicepresidente de la Sesmi. “Compartimos la idea de crear un observatorio de las pseudociencias que ha creado la Organización Médica Colegial, pero creemos que también deben participar médicos de medicinas no convencionales. Necesitamos distinguir a los charlatanes, pero hay mucho desconocimiento y no creemos que sea correcto demonizar todas las terapias no convencionales”.
La medicina integrativa incluye toda clase de remedios y técnicas que se utilizan para mejorar la calidad de vida del enfermo. Pretende que todas las terapias incluidas muestren su grado de evidencia, “porque hay diferentes grados en función de las revisiones realizadas, del número de pacientes incluidos, según el conocimiento epidemiológico, según datos observacionales... También para la medicina convencional”, señala Isabel Giralt, médica acupuntora y tesorera de la sociedad científica. Y evaluar a la vez la conveniencia de esa terapia teniendo en cuenta el daño que provoca. “Una manzanilla carece de evidencia científica como alivio de molestias intestinales, nadie ha invertido en estudiarlo. Pero se conoce su efecto y su nulo perjuicio”, pone como ejemplo.
Las terapias catalogadas como naturales con más nivel de evidencia son, por ejemplo, la acupuntura en el caso del dolor y las náuseas en pacientes oncológicos y en el dolor lumbar; el
mindfulness en la mejora de los síntomas de ansiedad y depresión asociados a enfermedad; también el yoga en la reducción de estrés; o los complementos alimentarios, como el omega 3, las vitaminas y aminoácidos en diversas dolencias, indicados para la prevención cardiovascular o para la mejora de la inflamación de las mucosas que genera la radioterapia, según defienden los médicos de la Sesmi.
Las terapias se clasifican en unos grupos básicos según la evidencia: las de máximo nivel de evidencia y altamente recomendable; las recomendables con moderada evidencia pero con beneficios claramente superiores a los perjuicios; las no recomendables pero tampoco desaconsejables, con algo de evidencia, por lo que para decidir usarlas hay que tener en cuenta otros criterios; las que tienen poca evidencia pero son desaconsejables por el perjuicio que pueden provocar, y, por último, las terapias cuya evidencia indica que son desaconsejables. Pretenden que las técnicas que utilicen sus socios estén calificadas en función de estos conceptos para que los usuarios sepan a qué atenerse.
Para los miembros de esta nueva sociedad científica es importante avanzar en los niveles de evidencia, algo que les resulta muy difícil por las propias técnicas o por falta de interés económico en ellas. “Somos médicos, algunos con el máximo grado de formación”, indica el vicepresidente de la Sesmi. “Intentamos desde la medicina integrativa dotarnos del máximo rigor. Pero rechazar todo sin más es ir contra el mundo actual. La OMS nos ha incluido y la Unión Europea está dotando de fondos de investigación”.
La Sesmi incluye sólo a profesionales sanitarios y el uso de técnicas siempre como complemento