La Vanguardia

La religión altera

- INTERNACIO­NAL

El mes del Ramadán supone una dura prueba para los musulmanes, obligados a renunciar durante el día a necesidade­s básicas, una práctica que no todos saben llevar bien, lo que provoca un aumento de los divorcios y una caída del rendimient­o laboral.

Yo ayuno” es la respuesta comodín durante el Ramadán para escaquears­e de cualquier tarea. Fue la que recibió una traductora que trabajaba para una agencia de prensa extranjera en Argel cuando le pidió un ejemplar atrasado al encargado del archivo de un periódico local. Se fue sin él, naturalmen­te.

“Yo ayuno” es lo que contestan miles de funcionari­os cuando se les solicita un documento para hacer una gestión. La abstinenci­a de comida, bebida, tabaco y relaciones sexuales que impone la norma en este mes sagrado para los musulmanes altera su vida. Tanto es así que el jefe de los tribunales islámicos de los territorio­s ocupados palestinos, Mahmud al Habash, decidió que este año no se pronunciar­ía ningún divorcio durante este mes.

Al Habash justificó su decisión por la experienci­a de años anteriores en los que había constatado que los hombres, muy irritables por la falta de comida y nicotina durante las horas de luz, provocaban disputas en la pareja y solicitaba­n el divorcio por cualquier nimiedad.

Ramadán es el único mes del calendario islámico mencionado en el Corán, donde sólo se dice que hay que ayunar unos días al año y tiene que ser en Ramadán. “No especifica que tenga que ser todo el mes y lo relaciona con la tradición de la gente del Libro, como los judíos. Fueron los exégetas del Corán quienes lo extendiero­n a todo el mes”, explica Luz Gómez García, profesora de Estudios Árabes e Islámicos de la Universida­d Autónoma de Madrid.

“Si no se sienten más en comunión con Dios, que dejen de comer y de beber no sirve para nada”, resume Farida desde Argel cuando explica que hacer el Ramadán es otra cosa. Ella se siente impregnada de espiritual­idad y lo vive con una sensación de paz interior. Su estado de ánimo no es compartido por la mayor parte de sus compatriot­as, a juzgar por un estudio publicado hace años en que se constataba el incremento de accidentes de tráfico porque los conductore­s estaban con los nervios a flor de piel, en especial cuando se acercaba la hora de romper el ayuno y se disponían a volver a casa.

Otro estudio de la academia holandesa Reyn van Ewijk resumió los problemas de salud que ocasionaba a largo plazo la observanci­a del ayuno, entre ellos enfermedad­es cardiacas, diabetes tipo 2 y, en personas mayores, anemia. El caso de las embarazada­s es aún más delicado, ya que puede ocasionar secuelas en el feto. Deshidrata­ción, dolores de cabeza, mareos y náuseas son algunos síntomas observados por expertos en salud laboral.

Frente a los niños impaciente­s por ayunar por primera vez y los devotos que dan muestras de una fuerza de voluntad de hierro, hay una amplia masa de gente que dormita de día, en sentido literal o figurado, durante todo un mes lunar. Las viñetas de la prensa árabe más osada reflejan esa lasitud que se adueña de los musulmanes. De los musulmanes, que no así de las musulmanas, para quienes el ritmo de trabajo no sólo no se aminora sino que se acelera. Cada día tienen que preparar un festín para las largas veladas en que reciben a familiares y amigos.

Trabajar después de permanecer despierto hasta casi el amanecer es una garantía de bajo rendimient­o. Según

Arab News, el mayor diario en inglés de Oriente Medio, las cifras pueden oscilar entre el 35% y el 50%. Una investigac­ión de los economista­s Filipe Campante y David Yanagizawa-Drott para la acreditada institució­n económica National Bureau ot Economic Research corroborab­a que el crecimient­o económico de los países islámicos bajaba por el Ramadán. A la par, descubrier­on una sensación de bienestar en los creyentes porque ayunaban.

Una cosa está clara: la libertad para observar la abstinenci­a en público no existe. Países en los que se podía tomar alcohol por la noche –como Egipto– lo han prohibido. En el 2013, cientos de cabileños organizaro­n un picnic en pleno día para reclamar esa libertad. Como las decenas de tunecinos que el domingo día 11 pidieron la liberación de cuatro hombres condenados a un mes de cárcel por comer en un jardín. Lejos queda la imagen del presidente Burguiba bebiendo un zumo de naranja en pleno Ramadán. Si ayunaban no podían desarrolla­rse y el desarrollo, dijo, era su “gran yihad”.

El ayuno hace tan irritables a los hombres que piden el divorcio por nada; el imán Al Habash los aplaza

En un mes que debería ser de espiritual­idad, baja la productivi­dad y la salud se resiente

 ?? MOHAMMED ABED / AFP / ARCHIVO ?? Las siestas son habituales durante el Ramadán, como la de estos jóvenes
palestinos en la ciudad de Gaza. Abajo una mujer rezando
MOHAMMED ABED / AFP / ARCHIVO Las siestas son habituales durante el Ramadán, como la de estos jóvenes palestinos en la ciudad de Gaza. Abajo una mujer rezando
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain