La muerte del joven en coma tensa las negociaciones sobre Corea del Norte
Trump frena las represalias pero admite que el esfuerzo de Pekín no ha funcionado
“Es un régimen brutal y tomaremos medidas”, dice el presidente, que culpa a Obama
Las razones humanitarias escondían un regalo envenenado.
Corea del Norte liberó la semana pasada al joven estadounidense Otto Warmbier, capturado en Pyongyang en enero del 2016 y condenado a quince años de trabajos forzados por arrancar un cartel de propaganda.
Cualquier trazo de euforia se difuminó al ver que Warmbier, de 22 años, se hallaba en coma, en puro estado vegetal, incapaz de hablar o de reconocer a nadie. Abría los ojos, parpadeaba, nada más.
El presidente Donald Trump sacó pecho y se preguntó qué había hecho su antecesor, Barack Obama, por los Warmbier. Otto falleció este lunes en el hospital de Cincinnati (Ohio), justo cuando sus compañeros de la Universidad de Virginia se gradúan.
Su defunción no hace más que complicar el tablero geoestratégico en pleno desafío por las repetidas pruebas de lanzamiento de misiles de Corea del Norte. Cualquier represalia afecta a este país y a su principal protector, China.
“El destino de Otto profundiza la determinación de mi Administración de prevenir tragedias como esta, en la que inocentes caen en manos de regímenes que no respetan las reglas de la ley o de la decencia humana básica”, afirmó el presidente en un comunicado.
“Estados Unidos condena de nuevo la brutalidad del régimen de Corea del Norte”, añadió. Ante las cámaras, Trump reiteró: “Pasan cosas terribles. Es un régimen brutal y tomaremos medidas”.
El presidente, criticado el pasado mes por decir que le honraría reunirse con el líder norcoreano, Kim Jong Un, no fue a más y no anunció nuevas sanciones. Tampoco el secretario de Estado, Rex Tillerson, aunque sugirió que la recomendación de no viajar al país asiático se transforme en prohibición. Young Pioneer Tours, la empresa china que ofreció el viaje a Warmbier, indicó que no aceptará a más estadounidenses “por el alto riesgo”.
Otto entró en coma en abril del 2016. En las negociaciones secretas de Oslo, en mayo, el emisario norcoreano notificó que el joven cayó en ese estado por botulismo, complicado por un somnífero. Los médicos de Ohio lo descartaron y apuntaron a un traumatismo como causa del daño cerebral masivo. Los padres aseguraron que su hijo fue “maltratado”.
La contención del Gobierno se explica en parte por la circunstancia de que Corea del Norte retiene a otros tres estadounidenses. Sin olvidar que este óbito llega en un momento delicado. Hoy se citan en Washington funcionarios locales y chinos para, entre otros asuntos, negociar el desafío de Kim. La muerte de Warmbier aporta otro clima. “Mantendremos la presión”, dijo Sean Spicer, portavoz de la Casa Blanca, respecto a las sanciones. “Esperamos pasos positivos de China, que desempeña un papel esencial”, sostuvo. A los pocos minutos, Trump le desmintió: “Aunque aprecio el esfuerzo del presidente Xi y de China para ayudar con Corea del Norte, esto no ha funcionado. ¡Al menos sé que China lo ha intentado!”, tuiteó.
El Ministerio de Exteriores chino calificó de “enorme tragedia” la desaparición de Otto, pero no hubo reprimenda. “Lo que hace que China actúe es un misil o una prueba nuclear, no la muerte de un estudiante americano”.
El presidente de Corea del Sur, Mun Jae In, declaró a la CBS: “Es improbable que Washington y Seúl dejen que la muerte de Warmbier haga descarrilar el esfuerzo diplomático porque la amenaza nuclear es inmediata”.
Pese a que el senador John McCain acusó al régimen de Kim de “asesinato”, Trump evitó ayer tensar más la cuerda. Se cebó en Obama, sin citarlo. “Es una desgracia lo de Otto. Nunca debió permitirse. Si se le hubiera traído antes, el resultado sería diferente. Se le debería haber traído a casa el mismo día, hace mucho tiempo”.