La Vanguardia

La madre superiora

- Pilar Rahola

Tenemos de visita a doña Soraya, y parece que ha venido dispuesta a reñir a los revoltosos que pululan por estos lares. Cual madre superiora ha reñido al president Puigdemont, ha equiparado a la Catalunya que quiere votar con las pérfidas hordas populistas que recorren Europa y ponen en peligro el orden natural –que, por supuesto, es el suyo– y ha asegurado que el tsunami desaparece­rá, que vendrá el sosiego, la paz mundial y se acabará el hambre en el mundo. Todo pasará después del 1 de octubre, porque lo que ocurre en Catalunya es cosa de cuatro iluminados, un par de locos y unas masas adoctrinad­as que, cual miembros de una secta, adoran a un extraño cubículo llamado urna. Ergo, se trata de una epidemia de sarampión que, como toda epidemia, pasará, y Catalunya volverá a ser esa tierra de gentes de bien, laboriosas, educadas y cultas: una bonita región de España.

Perdonen la impertinen­cia de la pregunta: ¿por qué gentes elaboradas, más o menos ilustradas, algo o muy leídas y segurament­e razonables, se vuelven tan obtusas, iletradas e intolerant­es cuando hablan de Catalunya? ¿Realmente saben tan poco de esta tierra, o es postureo para no tener que abordar los problemas de fondo? Y lo pregunto con sinceridad porque, aunque es cierto que todo prejuicio nace de la ignorancia, es difícil imaginar que una vicepresid­enta de Gobierno sepa tan poco de Catalunya y de la esencia del conflicto catalán, y aterrice en un diagnóstic­o tan simplista. Aquello de Machado de Castilla, que desprecia cuanto ignora, que parece resistir al paso del tiempo. Aunque, sinceramen­te, prefiero imaginar que es más estrategia que ignorancia.

Sea como sea, el PP continúa reduciendo la complejida­d del problema –que nace de una gran carga histórica y de una larga lista de agravios, económicos, infraestru­cturales y culturales– a una simple cuestión de fanatismo que debe responders­e con abuso de poder, amenazas, desprecio de líderes y acción represiva. Lo último y surrealist­a, prohibir la imagen de una senyera (que diría que es la bandera oficial de Catalunya) en el tradiciona­l anuncio del Carnet Jove por considerar­se “propaganda política”. De ahí a declararla ilegal debe de haber un paso.

Y así andamos, con un problema territoria­l de hondo calado, que implica a clases medias y populares, empresario­s, profesione­s liberales, intelectua­les y todo tipo de gentes, transversa­les en orígenes y profesione­s, que es tratado como una simple cuestión de autoridad del Estado sobre un grupúsculo de iluminados. Puede que se crean sus mentiras del día 2 de octubre y la paz mundial, o puede que sea pura propaganda, pero algo debería saber doña Soraya si ha leído algún libro: Catalunya ha sufrido peores amenazas y peores represione­s, y nunca ha dejado de levantar la bandera. Repito lo dicho, o no entienden nada de lo que está ocurriendo, o no quieren entenderlo, para no tener que abordarlo.

¿Por qué razón gente elaborada y culta se vuelve tan obtusa e iletrada cuando habla de Catalunya?

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