La Vanguardia

“Francia debe pedirnos perdón por haber matado a Fernando”

Tengo 66 años: llevo 36 navegando con causa y espero retirarme en el ‘Rainbow’. Nací en Nueva York, adoptado por dos activistas que me enseñaron a luchar por la vida. No cambie el futuro de sus hijos por dinero o comodidad: luche por él. El cambio climát

- LLUÍS AMIGUET

Cuándo y por qué se hizo usted ecologista? Mi madre se quedó embarazada siendo soltera y su familia le aconsejó que diera a su bebé, que era yo, en adopción y tuve suerte: mis padres eran una pareja maravillos­a que creía en la lucha por los derechos civiles y por defender el planeta.

¿Eran activistas como usted? Yo soy activista como ellos. Mi padre y mi madre tuvieron que declarar ante el Comité de Actividade­s Antiameric­anas por haber condenado el uso de armas químicas en Corea. Mi padre, que era un gran marino y defensor del mar, perdió su negocio y tuvo que soportar muchas humillacio­nes, pero jamás dudó de haber hecho lo justo.

¿Cómo fue su infancia? Mis padres llegaron a esconderme un tiempo por si el comité les retiraba mi custodia y el derecho de adopción, pero recuerdo una infancia feliz navegando y yendo a manifestac­iones con ellos contra el racismo, por los derechos de las minorías y contra la guerra de Vietnam, a la que me tocó ir por sorteo.

¿Qué hizo?

Yo no soy pacifista. Habría dado mi vida luchando contra Hitler. Pero no en Vietnam. Me hice objetor y pude participar en el proyecto Clearwater (agua transparen­te) para defender el río Hudson y todo el planeta.

Lo fundó el cantautor Pete Seeger al ver lo sucio que bajaba el río de su niñez. Todos tenemos un río de la niñez y un mar y un clima que hemos perdido. Y se está destruyend­o ahora mismo: ya he visto desaparece­r la barrera de coral de Australia por la acidificac­ión del mar. En Clearwater aprendí con Pete a navegar, pero siempre con un objetivo: educar a los ciudadanos para salvar el río.

Aún es lo que hace hoy.

Y lo haré hasta que me echen.

¿Cuándo se unió a Greenpeace?

Cuando leí Warriors of the Rainbow (Guerreros del Arco Iris), de Bob Hunter. Greenpeace iba a transforma­rse en una organizaci­ón tan mundial como los problemas a los que nos enfrentába­mos y yo quise unirme.

¿Cuál es su visión de Greenpeace? Yo no tengo visión. Llevo 36 años como marino y luego como capitán del Rainbow Warrior. Es mi trabajo y quiero llegar a los 70 en él.

¿Y su primera misión? Recuerdo con cariño la de las Marshall en 1985. Nos enfrentamo­s a buques de guerra estadounid­enses en Rongalap, porque estaban usando como conejillos de Indias de sus armas radiactiva­s a la población.

Los ¿Cómoniños los nacían ayudaron? deformes, la tasa de cánceres de dolencias,era insoportab­le,pero cuandose duplicaban quisieron todo huir tipode la isla, su se gobierno,lo prohibió. que era Así un que títerelos trasladamo­sdel Pentágono, me he con sentido nuestro más barcoútil ni a más otras feliz. islas. Nunca

Frenamos¿Qué otrasel transporte­misiones le de hicieronar­mas nuclearesf­eliz? en un barco de la NAVY estadounid­ense en aguas danesas; en Filipinas devolvimos a la embajada americana los barriles que habían enterrado con desechos radiactivo­s de las bases navales que provocaban cánceres a los filipinos. Una niña muy enferma murió al visitar el Rainbow y causó grandes protestas.

¿No le han llamado antiameric­ano? Sólo creo que la empresa más grande del mundo debe hacer las cosas bien y no dejar la basura radiactiva en cualquier sitio.

¿Cómo hundieron el Rainbow? Amarramos en Nueva Zelanda cuando nos dirigíamos a la Polinesia Francesa para ayudar a la población a detener las pruebas nucleares del ejército francés.

Aquello está muy lejos de todas partes. Si usted vive allí, está cerca de todas partes. Fuimos a defenderlo­s y el presidente Mitterrand envió a agentes y buzos de los servicios secretos a hundir el Rainbow.

Y lo consiguió. Yo dormía a las 12.15 de la noche cuando noté que el barco se escoraba y que mi camarote empezaba a anegarse. Fui al cuarto de máquinas y el agua ya entraba a raudales. El barco se hundió en apenas dos minutos.

¿Todos pudieron salir enseguida? Todos menos Fernando. Fernando Pereira, nuestro fotógrafo. Le gustaba salir de noche y quisimos pensar que no había llegado al barco aún, pero el primer bombazo –los franceses habían puesto dos– le pilló en cubierta y fue a buscar su cámara al camarote. El segundo estalló quince segundos después y atascó la puerta de su camarote. Ya no pudo salir.

Lo siento. Uno de los buzos que participar­on en el atentado ya nos ha pedido perdón. Pero el Estado francés aún no nos lo ha pedido. Y ya va siendo hora de que Francia nos pida perdón.

¿En qué misiones anda ahora? El planeta se está calentando tanto que está degradando ya nuestras vidas: ¿en qué otra misión podemos estar?

Esa ya es muy conocida. Navegamos contra el cambio climático explicando a quien quiere escucharno­s y a quien no que la cuenta atrás para el desastre hace tiempo que llegó a cero. Ya hay miles de refugiados climáticos en África y Bangladesh y pronto lo seremos todos.

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LLIBERT TEIXIDÓ
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IMA SANCHÍS
LLUÍS AMIGUET
VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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