Trump asegura ahora que no grabó sus conversaciones con Comey
El presidente de EE.UU. pone fin a las especulaciones que él mismo inició
Ya no es “el arte del trato”. Donald Trump reescribe su gran obra literaria. La nueva versión se titulará “el arte de desdecirse”.
Dejando un margen a los teóricos de la conspiración, con una insinuación al deep state, esto es, las cloacas del poder, el presidente de Estados Unidos aseguró ayer vía Twitter: “No tengo ni idea de si hay cintas o grabaciones de mis conversaciones con James Comey, pero yo no las hice y no las tengo, de ningún tipo”.
De esta manera trató de cerrar una bola que él mismo puso a rodar el pasado 12 mayo con otro micromensaje, a los tres días de despedir a Comey del cargo de director del FBI, en plena investigación del Rusiagate.
“Más le vale que no haya cintas de nuestras conversaciones antes de que él empiece a filtrar a la prensa”, escribió Trump, en lo que se interpretó como una clara intimidación, incluso amenaza, para que estuviera callado. En la prensa apareció que Trump le pidió en privado que se olvidara de la investigación sobre la posible conexión rusa con su campaña.
En su comparecencia en el Senado, Comey reconoció que había escrito informes después de cada uno de los encuentros a solas con el presidente y que se los había filtrado a un colega una vez que supo del tuit de Trump.
Como nunca acepta una rectificación, matizó en su Twitter que “con todos los recientes informes de vigilancia electrónica, interceptaciones, desenmascaramientos y filtraciones ilegales”, quién sabe si hay grabaciones.
La confesión de que no tiene cintas se produjo justo el día antes de que acabara el plazo que le dio el Congreso para entregar esas grabaciones, si existían.
El miércoles, en Iowa, ridiculizó la investigación rusa e hizo pública su idea de poner paneles solares para producir energía y pagar su muro mexicano. Los expertos no salen de su asombro.