Ronaldo furioso
Cuenta Cervantes en El Quijote que el protagonista de Orlando furioso –poema caballeresco escrito por Ludovico Ariosto hacia 1532– “halló en una fuente señales de que Angélica la Bella había cometido vileza con Medoro, de cuya pesadumbre se volvió loco”. Y su reacción fue que “arrancó los árboles, enturbió las aguas, destruyó ganados, abrasó chozas, derribó casas, arrastró yeguas e hizo otras cien mil insolencias dignas de eterno nombre y escritura”.
No sé por qué el caso me ha recordado la reacción de Ronaldo al saberse perseguido por Hacienda. Ignoro si Medoro podría ser Montoro y si la denuncia contra Cristiano debería considerarse una “vileza”. Pero el astro parece haber reaccionado con la misma furia que el traicionado Orlando, casi cinco siglos después del poema épico.
Aunque lo suyo, bien mirado, no ha consistido en la indignación ante las afrentas y desafueros caballerescos, sino una simple rabieta. No sólo quería dejar el Real Madrid, sino también España. Ahora parece que sus abogados le están encauzando hacia posturas más realistas. En su bien y en el del presidente blanco, Florentino Pérez, que de este modo le encontrará más tranquilo cuando tengan que verse cara a cara al término de la participación de Cristiano en la Copa Confederaciones.
En todo caso, tiene cierta gracia comprobar cómo se ha extendido a raíz del caso Ronaldo el número de reclamantes de respeto a los derechos humanos y la presunción de inocencia. Bien está que se eleve el grado de adhesión ciudadana a estos valores básicos del Estado de derecho. Pero llama la atención el contraste con casos anteriores . No sólo el de Messi, sino los relativos al fichaje de Neymar. Cuando estos procesos arrancaron, el entonces
Victimistas son las huestes blaugrana, mientras Ronaldo furioso encarna la inocencia ofendida
secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal, cometió la imprudencia y la osadía de escribir un artículo titulado Orgullosos del Barça, que publicó en El País, en el que pedía que no hubiera linchamientos y glosaba las aportaciones de la entidad azulgrana al deporte español.
La reacción de la Fiscalía y de diversos medios de comunicación fue furibunda y Cardenal estuvo al borde del cese. Ahora, en cambio, el propio ministro de Hacienda sale a proclamar el derecho de Ronaldo furioso a que se presuma su inocencia. Y lo hace Montoro, cuando ha sido la Agencia Tributaria la que ha denunciado al jugador.
Como epílogo, se constata que el Real Madrid cuenta con una parroquia más fiel y aguerrida que el Barça. Tiene gracia que la fama de victimistas sea para las huestes de la enseña blaugrana, mientras ahora el pendón de la inocencia ofendida lo pasea Ronaldo furioso. Medoro (Montoro) y Ángélica la Bella (Agencia Tributaria) han cometido, como en el Orlando, “una insolencia digna de eterno nombre y escritura”.