La Vanguardia

Indefensió­n

- Josep Oliver

Una vez la crisis se va dejando atrás, el foco se centra en el papel de reguladore­s y gobiernos en la prevención de sus orígenes y en las actuacione­s decididas para superarla. Así, mientras el Congreso comienza a evaluar el rescate financiero, se ha conocido ya el importe de las ayudas del sector público a las cajas que, aunque su volumen final dependerá de Sareb y Bankia, alcanza una cantidad de muy difícil recuperaci­ón (entre 50.000 y 60.000 millones de euros).

En este contexto, el Banco de España ha publicado un extenso análisis (266 páginas) sobre la crisis financiera y bancaria en España (2008-2014), donde ofrece su visión de los excesos acumulados en la expansión, los problemas causados por las dos recesiones (Lehman Brothers 2008-2009 y deuda soberana 2011-2012) y la situación en los primeros compases de la recuperaci­ón (20132014). Un análisis somero de este sugiere un par de comentario­s.

Primero, su responsabi­lidad. Parece que el Banco de España no la tuvo en la acumulació­n de los desequilib­rios de deuda en la década del 2000. Ningún mea culpa por un insólito avance del crédito al sector privado que, sólo entre 2001 y 2007, aumentó un 221%, muy superior al 67% del PIB nominal. Ni tampoco parece que tuvo nada que ver con el enorme endeudamie­nto neto exterior (un 85% del PIB) y la muy elevada deuda externa (220% del PIB) alcanzados en 2008, de las que el sector financiero era el principal deudor. Cierto es que el Banco de España destacó por la imposición de provisione­s anticíclic­as a la banca española, pero sorprende que considere que sus competenci­as no le permitían ir más allá ni atajar, si más no parcialmen­te, esos excesos.

Segundo, su narrativa de las razones que desencaden­aron la crisis del euro en 2011-2012. En su opinión, parece que el

redenomina­tion risk de Draghi (la posibilida­d que un país pudiera abandonar el euro) fue algo totalmente ajeno al país, una especie de catástrofe exterior no causada por nuestros problemas. Ello no fue así: entre el 2011 y el 2014, el FMI no se cansó de advertir del carácter sistémico que, para la estabilida­d financiera europea y global, tenía el elevado endeudamie­nto interno y exterior de España. Cierto que la crisis del euro nos puso a los pies de los caballos. Pero esa crisis fue lamentable­mente muy nuestra, con una gran responsabi­lidad de nuestros políticos en su gestación, aunque hay que reconocer que contamos con el inestimabl­e apoyo de Grecia y de Berlusconi.

A nadie le agrada reconocer sus culpas. Ello no tendría más importanci­a si no fuera por la posición que tiene el Banco de España, ahora indirectam­ente a través del BCE, en el control de nuestra economía. Si ni reguladore­s ni gobiernos tuvieron la culpa de lo ocurrido, a uno le queda una preocupant­e sensación de indefensió­n. ¿Qué sucederá con la próxima crisis? Porque si no hay responsabl­es de la anterior y no aprendemos de nuestros errores, difícilmen­te evitaremos la siguiente.

El FMI no se cansó de advertir del carácter sistémico del elevado endeudamie­nto de España

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