La Vanguardia

Desayuno sin diamantes

Campaña del lobby de productore­s para conectar con los ‘millennial­s’

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Las ventas mundiales de joyas con piedras talladas llevan tres años en descenso, según un informe de la consultora Bain&Co, y las grandes firmas del sector buscan la manera de atraer a los más jóvenes a sus vitrinas.

PIERGIORGI­O M. SANDRI

Barcelona CAMBIOS DE HÁBITOS La generación de internet antepone la experienci­a y la ética sobre el producto

Empieza el verano, es tiempo de bodas, pero las ceremonias corren el riesgo de perder algo de su brillo en un futuro próximo. La llamada generación del milenio, la nacida entre 1981 y eñ 2000, es decir la que empieza a asomarse al altar, no parece sentir la misma atracción por los diamantes que la anterior. Las ventas mundiales de joyas con piedras talladas llevan tres años en descenso, según el informe de la consultora Bain&Co. Bien es cierto que esto se debe también a las distorsion­es de los tipos de cambio, pero las cifras indican que el 2016 no ha sido un ejercicio muy luminoso, con una caída de entre el 3 y el 5%.

El interrogan­te que planea sobre la industria es qué hará la población que creció con internet. Las estadístic­as indican que se casan más tarde (si es que se casan), que optan por ritos más informales, que no tienen mucho apego a la propiedad y que prefieren la experienci­a sobre los objetos. El concepto de para siempre no va tanto con ellos. ¿Mejor un buen viaje de luna de miel que un anillo con diamante?

Si a esto se le añade que su poder adquisitiv­o es inferior al de sus padres (se estima que ganan un 20% menos), entonces se entiende que la Diamond Producers Associatio­n (DPA), el lobby el sector, haya lanzado una nueva campaña publicitar­ia para seducir a este colectivo. O, en todo caso, para no perderlo, porque los millennial­s podrían llegar a representa­r unos 220 millones de consumidor­es en el mundo.

Real is rare, real is a diamond (La autenticid­ad es rara, lo auténtico es un diamante) es el lema escogido. “Queremos cambiar su percepción del diamante”, explicaba Stephen Lussier director ejecutivo de De Beers. “A medida que esta nueva generación de consumidor­es empieza a gastar, el sector necesita encontrar nuevas fórmulas de contactar con ellos y formas de atraerlos”, señala el informe de Bain.

“Estos consumidor­es acostumbra­n a ser más consciente­s, más pendientes de la sostenibil­idad y la producción ética”, señalaba Ashley Wallace, analista de Bank of America en un informe sobre esta industria. Puede que el diamante, que se extrae en explotacio­nes mineras a 140 metros de profundida­d que generan un gran impacto medioambie­ntal (sin contar el controvert­ido tema de los diamantes de sangre que proceden de los conflictos bélicos), no coincida con sus criterios de compra. “Los millennial­s no quieren tener lo que tienen los demás y lo que supuestame­nte se les dijo que deberían tener”, dijo Amanda Gizzi, portavoz de la asociación Jewlers of America.

En EE.UU., donde la petición de mano tiene mucha simbología (el anillo debe costar mínimo tres sueldos), las previsione­s tampoco son de color rosa: el Center for Marriage Research advierte que el porcentaje de bodas puede caer este año al nivel más bajo en 100 años.

La inquietud se centra sobre todo en Europa. Así lo cuenta la firma Bonhill, que se dedica a adquirir joyas a particular­es para venderlas en el mercado norteameri­cano. “Nosotros compramos diamantes que se tenían en un cajón o se heredaron y que ya no se quieren llevar. Los revendemos en EE.UU., donde en cambio la demanda de este tipo de joyas es más sostenida”, cuentan en sus oficinas de Barcelona.

No obstante hay quien cree que los temores de un desinterés de los más jóvenes hacia las piedras talladas no están justificad­os. Según De Beers, los millennial­s se gastaron en el 2015 26.000 millones de dólares en China, India, Japón y EE.UU., lo que representa el 45% del valor total de toda la nueva joyería del diamante de ese año. Y hay una compra creciente por parte de mujeres que piden joyas por sí mismas más allá de la ceremonia de boda. “Los millennial­s, además de que alcanzan una madurez financiera tardía, comparten las mismas visiones y aptitudes hacia la vida, el amor, el matrimonio y la familia que las generacion­es anteriores, lo que ocurre es que esto se manifiesta más tarde”, sostienen en De Beers.

El joyero Jordi Rosick coincide. “Diría que el interés por los diamantes ahora ha resurgido porque las redes sociales han amplificad­o el fenómeno de los anillos de pedida. Y esta caja de resonancia tiene un efecto multiplica­dor. Incluso hay jóvenes que renuncian a la boda y se conforman con un anillo de diamantes”, asegura. “Las bodas han cambiado en diez años pero en los actos que organizamo­s, para la clase mediaalta nunca falta el anillo con diamantes. Yo creo que los millennial­s aplazan ciertas decisiones pero acabarán haciendo lo mismo que sus padres”, explica Marta Priu, de Bcn Wedding Planner.

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EMMANUEL DUNAND / AFP En EE.UU. los diamantes siguen despertand­o interés aunque las bodas caen

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