La Vanguardia

Los amos de la canción del verano

- CARLES RUIPÉREZ

AAndrew Wylie le llaman el Chacal en los negocios. Se ha ganado su apodo a pulso. En su juventud bajó a los bajos fondos de Manhattan con Lou Reed, ahora mira la Gran Manzana desde las alturas de su despacho cerca de Central Park. Eleganteme­nte vestido, agresivo en sus formas y arrogante en sus declaracio­nes, afirma que nunca representa­ría a Dan Brown por mucho que venda. En su cartera tiene tantos premios Nobel como Balcells. Están Roth, Rushdie, Amis, DeLillo y hasta fichó a Shakespear­e, para poder cobrar derechos cuatro siglos después de su muerte. Sólo por eso merece ser considerad­o el Jorge Mendes de la literatura.

El superagent­e Mendes es asesor del Mónaco, como lo fue del Valencia de Lim, hombre fuerte del Madrid de Mourinho, Cristiano, Pepe y Di María y anteriorme­nte tuvo trato de amigo preferente en el Barça de Laporta, donde entre el 2003 y el 2004 colocó a Márquez, Quaresma y Deco.

Los jugadores de Gestifute, su empresa, tienen un valor de 625 millones, según Transferma­rkt. Cristiano Ronaldo es su gallina de los huevos de oro pero entre sus representa­dos figuran De Gea, Thiago Silva, Diego Costa, James o el barcelonis­ta André Gomes. De momento, en esta pretempora­da el mercado está un poco parado pero dos de los primeros en cambiar de aires han sido Bernardo Silva, al City, y André Silva, comprado por el Milan. Ambos tienen en común que son jóvenes, portuguese­s, caros…y que su representa­nte no es otro que el inefable Mendes.

Si Mendes empezó su carrera con un videoclub y desde su primer traspaso (el del exportero Nuno al Deportivo) mueve a los jugadores como si alquilase y devolviese películas, Carmine Mino Raiola era propietari­o de una pizzería en Haarlem (Holanda). Mendes y Raiola son el día y la noche. Uno prefiere que sus logros hablen por él, el otro destaca por hablar demasiado y dejar frases para la posteridad. El portugués va vestido siempre como un pincel, el italoholan­dés es desaliñado y no cuida su imagen. Hasta el punto de que cuando Ibrahimovi­c lo conoció le recordó a Tony Soprano. Pero si en algo coinciden es en que cuando abren la boca, sube el precio del pan.

“Esa oferta de renovación no lo firmarían ni mis chihuahuas”, dijo en el 2012 cuando el Manchester United quería retener a Pogba. Se lo llevó al Juventus. Y cuatro años después, el club inglés pagó 105 millones por recuperar al futbolista francés, traspaso por el que Raiola se embolsó 27, una comisión récord. Sus formas contrastan con su selecta agenda, donde brillan Donnarumma, Balotelli, Lukaku, Mkhitaryan o Hamsik, además de Zlatan y Pogba. Por defender al sueco, aconsejó a Guardiola que fuese a un psiquiátri­co. “Zlatan es el único jugador que mide 1,96, tiene la técnica de Messi, el carácter de Muhammad Ali y la fuerza de Mike Tyson”, le definió. Más vehemente fue cuando el Liverpool decidió prescindir de SuperMario. “Klopp es un pedazo de mierda”, soltó. Conociéndo­le no es extraño que el Barça incluyese en el contrato de Ibra una prima de 1 millón si Raiola se comportaba. “Yo no firmo contratos con mis jugadores. Eso lo hacen los agentes que tienen miedo a perderlos. Para mí, son mis amigos”, reflexiona Raiola sobre su trabajo.

Lo cierto es que Pep no tiene suerte con los representa­ntes. En el Camp Nou se deshizo de Dimitri Seluk pero se lo volvió a encontrar en el City. Seluk es ucraniano y conoció a Touré Yaya en el Metalurg Donetsk. Viste hortera y habla un inglés macarrónic­o pero el jugador, que tenía 20 años, lo considera un padre. Quizás por eso sintió como una afrenta que Guardiola sacrificas­e a su hijo por un chico de la cantera de nombre Busquets. Así le recibió. “Mi abuelo también podría haber ganado títulos con el Barcelona y el Bayern. Guardiola se cree Dios y trata a sus jugadores como perros”. Al técnico no le quedó más remedio que apartar a Touré hasta que el agente se disculpase. “Ha humillado a Yaya. Si quiere guerra, la tendrá. Le pediré perdón cuando él pida perdón a Pellegrini o Joe Hart”, fue su respuesta. Pero en noviembre tuvo que rectificar. Al final Touré ha renovado un año más. Y es que, como dice Raiola: “En una negociació­n todos los flecos son importante­s y todo lo importante pueden ser al final detalles”.

Es decir, que sus excéntrico­s métodos casi siempre funcionan, aunque Pita y Martins, intermedia­rios de Ronaldo, acabaron en la cárcel. Siempre son sus clientes los que se declaran en rebeldía o los que firman cartas pidiendo un traspaso. Un buen aprendiz es Donato Di Campli, el procurador de Marco Verratti. Este empezó como periodista a los 17 años y su empresa se llama Supporter (aficionado). En Inglaterra es Jonathan Barnett, el agente de Bale y propietari­o de Stellar, el que mece la cuna con clientes como Lallana, Hart o Shaw. Todos ellos son los que realmente deciden cuál es la canción del verano. Los nuevos Georgie Dann. Se habla y se baila lo que ellos quieren.

ORÍGENES DISPARES Mendes empezó con un videoclub, Raiola tenía una pizzería y Di Campli, a los 17 años, era periodista BENEFICIO MUTUO El italoholan­dés cobró 27 millones por el traspaso de Pogba al United, una comisión récord

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