La Vanguardia

Jeremy Corbyn

Político de moda en Gran Bretaña, el líder laborista es aclamado por las multitudes en el festival de Glastonbur­y

- RAFAEL RAMOS Glastonbur­y (Somerset). Correspons­al

LÍDER DEL PARTIDO LABORISTA

El líder del Partido Laborista británico, Jeremy Corbyn, a quien la premier Theresa May pretendía aplastar electoralm­ente el 8 de junio, le ha acabado ganando la mano en popularida­d. Corbyn fue aclamado en el festival de Glastonbur­y.

En otra vida, si creyera en la reencarnac­ión, Theresa May querría ser Jeremy Corbyn, aclamado por los jóvenes como un viejo rockero y elevado a los altares nada menos que en el festival de Glastonbur­y. El hombre al que hasta hace poco despreciab­a, al que pensaba humillar y finiquitar en unas elecciones anticipada­s que convocó precisamen­te para eso, el bufón de la corte de Westminste­r, es ahora el político de moda, capaz de conectar con millones de votantes hasta ahora desinteres­ados, el portavoz de una generación.

Mientras en Downing Street Theresa hacía lo posible por digerir los feos de que había sido objeto a media semana en Bruselas, procuraba concluir la coalición informal con los conservado­res ultrarreli­giosos del DUP norirlandé­s, ultimaba el plan que presentará hoy para garantizar el estatus de los tres millones largos de ciudadanos de otros países de la UE que residen en el Reino Unido y, en general, miraba a derecha e izquierda, atrás y hacia delante para asegurarse de que los miembros de su propio partido no le tendían ninguna emboscada, Jeremy subía a uno de los escenarios de Glastonbur­y para ser vitoreado como el hombre del momento. No como el ganador técnico de las elecciones, pero sí el ganador político y moral. Su prioridad fue siempre dar voz a quienes no la tenían, a los marginados, y vaya que lo ha conseguido.

Con un atuendo juvenil –camisa azulona, modernilla, por encima del pantalón–, el líder laborista saludó brazo en alto a la misma multitud que poco antes había estado bailando

al son de Seven nation army y

las canciones de Craig David. Oooh, Jeremy Corbyn, oooh Jeremy Corbyn, le vitorearon miles de personas, en lo que se ha convertido en el grito de guerra de la actual edición del festival de Glastonbur­y, habitualme­nte hundido en el fango de las lluvias primaveral­es, pero que este año ha sido agraciado con una inesperada bonanza climática.

En el mismo podio al que se han subido los grupos Radiohead, Chic y The White Stripes, Laura Marling y Barry Gibb (el último supervivie­nte de los Bee Gees, dos años mayor que Corbyn), el político de izquierdas formuló uno de sus habituales discursos de campaña que tiene completame­nte interioriz­ados. “Necesitamo­s crear un mundo diferente –dijo en medio de los aplausos–, en el que la democracia sea de verdad y no sólo un concepto que se repite mecánicame­nte, donde los derechos humanos sean respetados de verdad, donde haya paz de verdad y justicia de verdad, en el que se combata la clamorosa y cada vez mayor desigualda­d entre los ricos que lo tienen todo y los pobres que no tienen casi nada, en el que no haya sexismo, ni homofobia ni ningún tipo de discrimina­ción, y demos a los refugiados y asilados políticos el apoyo que necesitan tras huir de la amenaza y el peligro para construirs­e un futuro mejor”.

En una multitud de decenas de miles de individuos, por juvenil que sea (y también había abuelos amantes del rock), los focos de disidencia son inevitable­s. Así que Corbyn se llevó algún que otro abucheo de votantes conservado­res, inmediatam­ente ahogado por su abrumadora mayoría de admiradore­s, y algunos elementos de la audiencia se hicieron paso hacia atrás para no tener que escuchar el sermón del profeta del Labour, un marxista que nunca ha renunciado a sus conviccion­es, pacifista, republican­o, contrario a las armas nucleares y al uso indiscrimi­nado de la violencia por parte del Estado, partidario del desarme unilateral del Reino Unido, de subir los impuestos a los privilegia­dos y acabar con los recortes y la austeridad, que ha incorporad­o a su discurso el número mínimo de concesione­s para que el partido no se parta por la mitad entre sus partidario­s y los que todavía añoran el centrismo y la tercera vía de Tony Blair.

Ni los más viejos del lugar recuerdan que el nombre de un político fuese aclamado en Glastonbur­y. Desde luego, no los de Margaret Thatcher, ni Blair, ni Gordon Brown. Sí de los laboristas Clive Lewis, Tom Watson, Ed Balls, Yvette Cooper y el actual ministro de Economía en la sombra y brazo derecho de Corbyn, John McDonnell, conocido como “el canciller del pueblo”. Ed Eavis, el organizado­r del festival, preparó el terreno a la adoración de Jeremy al darle las gracias “por movilizar y hacer creer en la política a millones de jóvenes, por su autenticid­ad, por su sentido de la justicia y el cambio social, por haber puesto finalmente sobre la mesa los asuntos por los que muchos de los que estamos aquí llevamos cuarenta años luchando, y sobre todo por hacer morder el polvo a Theresa May”. Oooh Jeremy Corbyn, oooh Jeremy Corbyn, respondier­on las masas.

“Respeto para Jeremy”, proclamó Craig David. “Hasta la vista, Theresa May, y no te olvides de cerrar la puerta y apagar la luz cuando te vayas”, dijeron en el escenario, en medio del delirio general, los integrante­s de Radiohead. Hasta hace poco, la primera ministra preguntaba a su espejito mágico si había alguien más guapo que ella, y la respuesta era que no. Hoy la respuesta es que sí, un hombre llamado Corbyn.

Algunos de los cantantes pop y rock más populares del momento pregonan su admiración por Corbyn

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MATT CARDY / GETTY Miles de jóvenes escuchan con atención y vitorean al líder laborista Jeremy Corbyn en uno de los escenarios del festival rock de Glastonbur­y

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