Carretera infernal
El vehículo accidentado estalló mientras la gente se lanzaba a recoger combustible
El accidente de un camión cisterna con combustible, unido a las pobres medidas de seguridad, la casualidad y una asombrosa irresponsabilidad ciudadana, causa una tragedia en Pakistán.
Las pobres medidas de seguridad, la casualidad y una asombrosa irresponsabilidad ciudadana se dieron cita ayer en Pakistán para provocar un cóctel infernal. Las cifras, aún provisionales, estaban anoche en 153 muertos y un centenar de heridos. La causa de esta masacre fue el accidente de un camión cisterna con combustible. Al volcar, se abrió el tanque y la gente, en lugar de alejarse, se precipitó a recoger el carburante que se vertía. En medio del bullicio se produjo la explosión del vehículo y su carga.
La chispa que prendió todo pudo salir del motor del vehículo, pero también ser un simple fallo humano. Según testigos, entre los que se apresuraban a recoger el combustible había alguno fumando. La alta mortandad se debió también a que la carretera estaba llena: numerosas personas se estaban desplazando para pasar con sus familiares el final del Ramadán, que se celebra hoy.
La catástrofe se produjo en las afueras de la ciudad de Bahawalpur, a 500 kilómetros al sur de Lahore, la capital del Punyab. Las imágenes daban idea de la magnitud de la explosión: gente desesperada buscando familiares y conocidos entre las decenas de cuerpos y vehículos carbonizados. La cifra de muertos crecía a medida que pasaban las horas. “Buena parte de los heridos están muy graves”, reconoció el responsable provincial de Sanidad, Salman Rafiq. Muchos de ellos con quemaduras en el 80% del cuerpo.
El camión, que transportaba 40.000 litros de carburante desde el puerto de Karachi a Lahore, volcó a primera hora de la mañana. Era una curva cerrada de una autopista en las afueras de Bahawalpur. El conductor perdió el control cuando reventó una rueda del vehículo, dijo un portavoz provincial del Gobierno.
La policía tardó poco en llegar al lugar del accidente, pero fue incapaz de alejar a los civiles de lo que consideraban un golpe de suerte. Desde el altavoz de una mezquita se avisó del accidente y de que había combustible. “Los habitantes de Ahmedpur Este, el pueblo más cercano, fueron hacia el camión con cubos y otros envases –explicaba el jefe de la policía local, Raja Riffat–. Al mismo tiempo, conductores en otros vehículos, sobre todo motos, se detenían a intentar recoger carburante. A los diez minutos, el camión estalló y creó una enorme bola de fuego, que atrapó a todos los que recogían el combustible”.
El fuego se propagó muy rápidamente por las inmediaciones de la carretera, donde habían detenidos numerosos vehículos por el embotellamiento que había provocado el accidente del camión. La policía contó más de cien vehículos carbonizados entre coches, motos y un minibús.
Tras la catástrofe, muchos vecinos se acercaron para saber de la suerte de sus familiares. “Estamos en estado de shock”, explicaba Hafiz Sohail tras comprobar que su tío y su primo, de apenas 13 años, estaban entre los muertos. Los dos habían ido a recoger combustible.
“¿De qué les ha servido esta codicia?, se lamentaba Sohail, otro habitante. Recordaba que el conductor del camión había estado gritando en vano que se alejaran del vehículo. El conductor, que sí salvó la vida, fue arrestado por la policía hasta que se aclare lo que pasó. Fue él quien dio la versión de que un pinchazo en la rueda había provocado el accidente.
Lo cierto es que Pakistán es uno de los países con peores registros en cuanto a seguridad viaria se refiere y con unas carreteras en estado deficiente, incluso cuando se trata de vías principales como la autopista que cruza de sur a norte el país. Pero son sobre todo la falta de revisión de los vehículos y los altos índices de imprudencia de los conductores los que elevan los índices de siniestralidad.
Hace menos de dos años hubo un espectacular accidente de autobús
El accidente provocó un embotellamiento en la autopista y muchos se quedaron atrapados en sus vehículos
en el que 62 viajeros, entre ellos muchos niños, murieron. En aquella ocasión, el autobús chocó con otro camión cisterna, lo que provocó un incendio similar al de ayer.
Pese a la espectacularidad de este accidente y el gran número de muertos, no deja de ser un elemento menor en un país con un gravísimo problema de terrorismo, que supone un goteo incesante de muertos. El viernes mismo, un atentado contra un mercado de mayoría chií, junto a la frontera afgana, se saldó con medio centenar de muertos. Y ayer, en la misma zona fronteriza, seis niños perdieron la vida cuando cogieron un juguete que resultó ser una bomba trampa.