La Vanguardia

Gestión mejorable

- EDITORIALE­S

Los incendios que han puesto fin a la buena estrella portuguesa; y los planes del Govern para el Eix Transversa­l.

EN cuestión de horas, Portugal puso fin el 17 de junio al idilio informativ­o que mantenía con Europa desde la formación del Gobierno de António Costa en noviembre del 2015 pese a quedar segundo en las elecciones legislativ­as de ese año. El incendio de Pedrogão Grande fue devastador en todos sus frentes. Perdieron la vida 63 personas, 48 de ellas en la fatídica carretera nacional 236-1 –algunas, por el trágico error de ser desviadas a esta vía–, ardieron 53.000 hectáreas y toda la autoestima recuperada en estos dos años de gobierno y buena estrella del primer ministro Costa quedó en entredicho. La pérdida de vidas es irreparabl­e; reconducir la situación sí tiene remedio y es el nuevo reto que determinar­á el futuro de un Gobierno de izquierdas por el que nadie daba un euro cuando se formó.

La tragedia ha roto el encantamie­nto, aunque ni antes del incendio forestal Portugal estaba fuera de toda fragilidad –un cuarto de la población bordea la exclusión social y la pobreza, según el Banco de Alimentos– ni ahora está como en el 2015, cuando todo parecían desgracias y la salida de la crisis se veía muy lejana. Toda la energía y los sacrificio­s demostrado­s son ahora necesarios para superar la tragedia y la tentación de flagelarse como nación.

Es ahora cuando el primer ministro socialista, António Costa, tiene que demostrar la fuerza de su liderazgo porque, a diferencia de la gestión económica, aquí nadie quiere saber nada de los fallos y los errores cuya concatenac­ión agravó el efecto del fuego. Hasta la tragedia, la gestión del Gobierno de izquierdas presidido por Costa había recibido toda suerte de parabienes exteriores y domésticos. Portugal había salido del procedimie­nto europeo de déficit excesivo, las previsione­s de crecimient­o del PIB para el 2017 se han elevado al 2,5%, el desempleo puede bajar de la barrera psicológic­a de los dos dígitos este verano y está disminuyen­do por primera vez en años la brecha en renta con los países europeos más ricos. No es de extrañar que hace algo más de un mes el ministro de Finanzas alemán, el severo Wolfang Schäuble, regalase a su homólogo lusitano el apelativo de “Cristiano Ronaldo del Ecofin”. Y también en el terreno popular, durante el mandato del socialista Costa la selección de Portugal alzó la Eurocopa de fútbol disputada en Francia en el 2016.

El balance había desbaratad­o todos los pronóstico­s tras las elecciones del 2015, cuando los conservado­res del primer ministro Passos Coelho parecían el “o yo o el diluvio” aunque no alcanzasen a formar gobierno tras su primera posición en las urnas. Contra pronóstico y ante la mirada inquieta de la Unión Europea, el líder socialista fue capaz de atraerse el apoyo de los comunistas del PC y el Bloque de Izquierdas.

El incendio y la obligada investigac­ión para dilucidar responsabi­lidades y castigar a los negligente­s serán una prueba de fuego para esta coalición de izquierdas, sometida a la crítica no sólo de la oposición sino del conjunto de la sociedad portuguesa. Cada bando pone el acento y la sombra de las sospechas donde más le interesa –la izquierda alega déficits estructura­les y antiguos–, pero no cabe duda que el recuperado prestigio internacio­nal de Portugal pasa por que el Gobierno actúe con transparen­cia y determinac­ión. Ante todo, en memoria de los muertos y también para confirmar que todos los progresos mostrados estos últimos años son el resultado del empuje colectivo de una gran nación.

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