La odisea de los Padres Peregrinos
Los animados restaurantes de Delfshaven, en las cálidas noches de estos inicios del verano, pueden hacer olvidar que este rincón de Holanda fue un lugar muy rico en historia, a veces dramática. Este viejo puerto fluvial, hoy parte del municipio de Rotterdam, protagonizó en el siglo XVII un episodio decisivo para el futuro nacimiento de Estados Unidos y está asociado también a hechos bélicos que sacudieron al imperio español.
Entre 2.000 y 3.000 estadounidenses visitan cada año Delfshaven, en especial la bella iglesia de los Padres Peregrinos y su pequeño museo. Para el 2020 se espera una afluencia extraordinaria desde el otro lado del Atlántico. Se organizará un crucero especial de la Holland America Line para conmemorar el 400 aniversario de la partida del Speedwell, el primer barco que usaron los Padres Peregrinos –puritanos ingleses que se habían refugiado en Holanda– en su legendario viaje transoceánico que es considerado como el gran hito fundacional de Estados Unidos. Se trata de una epopeya humana que la cultura anglosajona dominante siempre ha cultivado, mientras olvida que los españoles estaban ya instalados en Florida y habían fundado allí la ciudad de San Agustín, en 1565.
Para Rudy Ruigendyk, el guía de la iglesia, el viaje del Speedwell plantea paralelismos con los actuales traficantes de personas en el Mediterráneo. A los puritanos les endosaron una embarcación que se demostró no apta para la travesía. “Les ocurrió como hoy con las pateras de los inmigrantes –explica Ruigendyk–. Los engañaron. Y todo por dinero. Nada cambia a lo largo de la historia”.
No existen pruebas documentales de que los puritanos entraran a rezar en la iglesia de Delfshaven, pero la lógica indica que sí lo hicieron y que probablemente pasaron allí la noche, para protegerse. Era julio de 1620. El templo se había salvado el siglo anterior de los feroces combates entre tropas españolas y holandesas. Delfshaven cambió de manos tres veces en poco tiempo. El 31 de marzo de 1573, los españoles evacuaron este estratégico puerto, no sin antes prender fuego a todos los edificios, con excepción de la iglesia, a pesar de ser protestante, que luego sería rebautizada en honor de los Padres Peregrinos.
Según Ruigendyk, los puritanos no huían tanto de Holanda como de los españoles. “Las razones principales fueron geopolíticas”, sostiene el guía. Aunque se vivía una tregua en la guerra de los Ochenta Años, la comunidad puritana inglesa temía que el conflicto se reabriera, como acabó sucediendo, y fueran perseguidos con saña por la Inquisición española. No veían ningún futuro permaneciendo en Europa. Querían escapar.
Tras zarpar de Delfshaven, los Padres Peregrinos hicieron escala en el sur de Inglaterra, donde debía sumarse otro buque, el Mayflower. Tras varios retrasos por reparaciones y una primera singladura abortada en pleno Atlántico, el
Speedwell fue definitivamente descartado y todos los expedicionarios (102 personas) se acomodaron en el Mayflower, que empleó dos meses en llegar a las costas americanas, en lo que más tarde sería el estado de Massachusetts. Los puritanos sufrieron múltiples peripecias y penalidades. Después del primer invierno, la mitad había muerto. La primera cosecha en el Nuevo Mundo es el origen del Día de Acción de Gracias, la fiesta familiar por excelencia del calendario estadounidense.
Aparte del nexo con los Padres Peregrinos, Delfshaven es conocida por albergar la casa, la calle y la estatua del almirante Piet Heyn (1577-1629), un héroe nacional cuyas hazañas son cantadas todavía por los niños holandeses en la escuela primaria. Heyn sentía poca simpatía por los españoles. Lo habían capturado de joven y esclavizado durante cuatro años, hasta que se benefició de un intercambio de prisioneros. Luego llegaría la revancha. En 1623 lo nombraron vicealmirante de la flota de la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales. En este cargo conquistó en dos ocasiones la ciudad brasileña de Salvador de Bahía. En 1628, Heyn comandaba la flota holandesa que se enfrentó a la Flota de Indias (también conocida como Flota del Tesoro Español o, simplemente, La Española) en la bahía de Matanzas (Cuba). Los españoles sufrieron una humillante derrota. Al mando de Heyn, los holandeses capturaron una decena de barcos y se apoderaron de un fabuloso botín que está descrito en una placa en la calle, en Delfshaven: 177.000 libras de plata, 66 libras de oro, 1.000 perlas, 35.575 odres de azúcar, perfume y un papagayo. “La diferencia, entonces, entre un almirante y un pirata era un simple papel oficial que lo autorizaba a robar”, ironiza Ruigendyk.
Heyn no hizo prisioneros. Dejó que los españoles, vencidos y desvalijados, continuaran la ruta hacia La Habana. Incluso les suministró las necesarias provisiones. A los derrotados les sorprendió que el almirante les hablara en un correcto español, aprendido en sus años de cautividad. A su regreso en Holanda, Heyn fue objeto de un multitudinario homenaje popular en la ciudad de Leiden.
¿Sienten los holandeses todavía animosidad hacia España?, le preguntamos a Ruigendyk. “No, no, en absoluto. Hay mucho más recelo hacia Alemania”, contesta. No es de extrañar. La Luftwaffe de Adolf Hitler arrasó por completo Rotterdam el 14 de mayo de 1940. Hubo 800 muertos y 80.000 personas quedaron sin hogar. El 31 de marzo de 1943, otro raid, esta vez aliado, cerca de Delfshaven, causó, por error –debido a la mala visibilidad y el fuerte viento–, casi 400 víctimas entre la población civil. Le llaman “el bombardeo olvidado”. La ciudad hubo de ser reconstruida por completo después de la contienda, lo que propició el surgimiento de una arquitectura muy moderna y vanguardista.
El guía Ruigendyk, como su compatriota Heyn, también tuvo su experiencia cubana. Vivió varios años en la mayor de las Antillas y se casó con una mujer de la isla. Hombre extrovertido y locuaz, Ruigendyk habla español con un inconfundible acento cubano. Asegura que hizo negocios navieros con el régimen y que conoció en persona a Fidel Castro. Según él, el sistema castrista es una dictadura irreformable y lleva razón el presidente Donald Trump al apretar de nuevo las tuercas a La Habana. Delfshaven, como se ve, es un manantial inagotable de atractivas historias.
Los puritanos ingleses que luego fundaron Estados Unidos iniciaron su aventura en un puerto holandés
En Delfshaven se honra al almirante Heyn, que saqueó a la flota española en Cuba en 1628