La Vanguardia

El populismo al acecho

- Gemma Saura

La mirada lúcida de Xavier Batalla, el añorado correspons­al diplomátic­o de La Vanguardia, se echa de menos en estos días convulsos para una Europa que ha descubiert­o que los populismos, sobre todo los de extrema derecha y eurófobos, han venido para quedarse.

No es de extrañar pues que el acto inaugural del Memorial Xavier Batalla, impulsado por su familia y amigos, el primero de un ciclo de cuatro diálogos europeos, se centrara ayer en este inquietant­e fenómeno, poniendo la mirada en Francia y Países Bajos, los dos países donde la extrema derecha, envalenton­ada tras dos sucesos casi copernican­os como fueron el Brexit y la victoria de Trump, midió su fuerza en las urnas. En ninguno los ultras han logrado conquistar el poder, pero sería erróneo decir que se han estrellado: sus resultados, históricos, prometen desafío para años.

El Palau Macaya de Barcelona albergó ayer un apasionado debate entre dos figuras de la izquierda europea, el sociólogo y politólogo francés Sami Naïr y el eurodiputa­do ecologista holandés Bas Eickhout, quienes, quizás por pertenecer a países y generacion­es distintas, ofrecieron diagnóstic­os alejados de los motivos del avance de la extrema derecha, así como un entusiasmo muy dispar ante la figura de Emmanuel Macron, que se perfila como una suerte de esperanza blanca para el mustio europeísmo.

Naïr responsabi­lizó al rumbo tomado por Europa, al vincular el ascenso del Frente Nacional con el abandono europeo de la política de crecimient­o para abrir un paréntesis liberal –en palabras de Mitterrand– que “más de tres decenios después sigue sin cerrarse”. “En lugar de acompañar el proyecto europeo con políticas sociales, lo hemos dejado todo en manos de una Comisión cuyo único objetivo es cumplir el pacto de estabilida­d –denunció el sociólogo–. La izquierda, mi bando, abandonó a las clases populares, las dejó al FN, cuando apostó por esta Europa sin contenido social”.

Eickhout, en cambio, cree que el auge ultra “no lo vamos a resolver sólo mirando a Europa”. Según su análisis, ha sido el abandono de sus ideales de los partidos tradiciona­les de centro (socialdemó­cratas y democristi­anos) lo que ha echado en brazos de la ultraderec­ha a muchos. “No todos los votantes de Trump, de Le Pen o de Wilders son racistas o extremista­s. Muchos sólo quieren un cambio, agitar el sistema. Llevan años sintiendo que su voto no servía para nada”, apuntó Eickhout, del partido GroenLinks, una de las sorpresas de las elecciones holandesas.

Naïr lanzó que el populismo no es patrimonio de la extrema derecha y consideró que “Macron ha ganado precisamen­te con una política populista”. No escondió su recelo ante el nuevo presidente francés, cuya victoria ve “muy frágil, más allá del discurso de los medios”. “Es un momento peligroso. El pueblo observa, la extrema derecha está al acecho. Puede que Francia vaya a otras elecciones, en la calle”, vaticinó.

Quizá porque pertenecen a la misma generación, o porque es más fácil no caer en el cinismo con políticos extranjero­s, Eickhout se dijo “positivo” respecto a Macron. “A lo mejor no es nuestro salvador, y alguien a quien se coloca en un pedestal lo tendrá muy difícil para no caer. Pero al menos ha dado a los franceses la sensación de que hay una alternativ­a más allá de los partidos de siempre y Le Pen”. En este sentido, ve motivos para el optimismo. “Se abre una ventana de oportunida­d: Gracias a Trump mucha gente está viendo que el populismo no es una solución a sus problemas. Ahora toca ofrecerles alternativ­as”.

“Macron ha ganado precisamen­te con una política populista”, lanza el sociólogo francés Sami Naïr

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NEUS MASCARÓS El sociólogo Sami Naïr, el moderador, Albert Garrido, i el eurodiputa­do holandés Bas Eickhout
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