Animal libre, bajo estricta vigilancia
Numerosas medidas de protección del ganado se están aplicando para garantizar la convivencia con el oso
Nadie ha dicho nunca que reintroducir una especie salvaje en el medio natural donde se extinguió fuera algo fácil; pero una visión simplista lleva a veces a pensar que este era un camino de rosas, una tarea siempre coronada con el éxito. Y no es así. Todo proceso de reintroducción de una especie requiere una adaptación del animal y de la sociedad que lo acoge, dicen los expertos.
Los sucesos que protagoniza Goiat reproducen el tipo de problemas de convivencia que se dan cuando una especie salvaje regresa o es reintroducida en un territorio en donde desapareció.
Ferran Miralles, director general de Polítiques Ambientals i Medi Natural, considera necesario recuperar un “cultura de la seguridad” frente a estos animales, algo que no es fácil cuando han transcurrido dos o tres generaciones desde que se extinguieron y no existe una memoria histórica arraigada para afrontar su nueva presencia. Cuando el animal desaparece, se relajan las rutinas de protección. Por eso, cuando regresa, la sociedad debe readaptarse a la nueva situación...
Lo que más ha sorprendido a los técnicos en los últimos sucesos son los ataques de Goiat a yeguas. Por eso, “vamos a hacer un seguimiento cuidadoso y estricto”, señala Ferran Miralles. Antes de tomar nuevas medidas, los técnicos valorarán si lo ocurrido –la frecuencia de los ataques– es fruto de un comportamiento puntual sin mayor relevancia estadística; o si, por el contrario, son hechos extraordinarios que obligan a tomar nuevas medidas. “Tres ataques no significan necesariamente que esto sea un problema. No quiere decir nada. Los técnicos nos dicen que no nos pongamos nerviosos”, dice Ferran Miralles.
La decisión firme es efectuar un control más estricto de los movimientos de Goiat. El dispositivo de seguimiento será mas intenso. La información que proporciona su collar-GPS, y que transmite su localización periódicamente, será más continua, lo cual permitirá actuar de manera preventiva. “Y si se acerca al ganado, espantaremos al oso de aquella zona”, añade.
En cualquier caso, estos sucesos dan alas a los sectores ganaderos que se han mostrado contrarios a la reintroducción del oso, y han interpretado que estos incidentes les dan la razón porque antes de que fuera soltado ya señalaron los peligros. El año pasado, se produjeron 33 ataques sobre la ganadería y la apicultura atribuidos a los osos, ocho en el Pallars y 25 en Val d’Aran, y se abrieron 37 expedientes de indemnización (por un importe de 9.332 euros.).
Por eso, la adaptación al nuevo escenario debe continuar. Ferran Miralles presentó el mes pasado el plan para mitigar los daños causados por el oso pardo a la ganadería y garantizar al convivencia. En él se recogen medidas para agrupar los rebaños, como forma de protección y de vigilancia cuando pastan en zonas donde está el oso. El sistema de vigilancia contará con pastores y ayudantes durante todo el día, incluidas las horas nocturnas, en las que el ganado quedará cerrado en cercados electrificadas, con los perros de protección, junto al refugio del pastor. Además, están previstas otras inversiones para protegerlos (cabañas ganaderas de madera…) y la contratación de personal de apoyo. La Generalitat ofrecerá un nuevo seguro a los rebaños custodiados, que cubrirá la totalidad de las muertes, también por los accidentes atribuidos a sucesos meteorológicos, atropellos, despeñamientos y desapariciones.
La prevención de los daños en la zona con presencia estable del oso aumenta este año unos 100.000 euros respecto al año 2016, y pasa de 147.000 euros a 247.000. Las actuaciones encaminadas a favorecer la coexistencia con estos sectores representan un 40% del presupuesto del programa Life (es decir, más de un millón de euros durante el cinco años), mayoritariamente por el Pallars Sobirà y Val d’Aran.
Los expertos ven necesario recuperar un “cultura de la seguridad” frente a estos animales salvajes