Recuperar a O. Junyent
Se le podría definir como inclasificable, pero creo que su perfil asemeja al del Fortuny veneciano, con un refinado sanctasanctórum orientalista incluido.
Oleguer Junyent (18761956) tenía talla renacentista y tuvo ocasión de estar a la altura de las circunstancias durante el modernismo, en cierto modo nuestro renacimiento con siglos de retraso.
Estuvo adornado con facetas múltiples, y en todas ellas lució con excelencia y brillantez merced a un talento fuera de serie. Escenógrafo, pintor, dibujante, decorador, ilustrador, fotógrafo, viajero y coleccionista, por lo que a sus dotes profesionales se refiere.
Semejante conjunto resplandecía aún más gracias a sus cualidades humanas: tenía el don de amistar, lucía una conversación seductora, vivía con sabia intensidad, le distinguía una elegancia natural, era sencillo y amable y cercano, todo un señor. Aunque no escribía, Roda el món i torna al Born le salió un libro delicioso, y le salvó la vida: lo había leído con deleite uno de los anarquistas registraban su piso.
Su cosmopolitismo, que le hacía mantener la maleta hecha, no le rebajó en modo alguno su amor por la Barcelona natal. No en balde su abuelo había impulsado con eficacia el Carnestoltes como un gozo ciudadano, público y de lo más divertido; y con ese mismo afán también se incorporó él, lo que aportaba una calidad estética a los desfiles.
Su gusto refinado le permitió aportar lo mejor de su estilo tanto bajo el modernismo como el noucentisme. Fue escenógrafo del Liceu. Y dos ejemplos de su creatividad ornamental realzaron con maestría el Cercle de Liceu y el Círculo Ecuestre. Y da medida de su influencia el que le bastara un greco para inyectar en Francesc Cambó su afán de formar pinacoteca, y por si fuera poco se convirtió en insubstituible compañero de navegación a bordo del yate Catalònia, en busca el político de evocadoras resonancias mediterráneas clásicas.
Supo amasar buenas colecciones, y dispares; se enamoró de la rareza y siempre le guió un gusto exquisito. Ahora es factible tener acceso a ese mundo particular y secreto preservado en su piso-tallerestudio, al ser visitable por estar incluido en la selecta lista de Cases Singulars. Conserva todo el aroma original que a lo largo de una existencia densa le imprimió este personaje extraordinario.
Todo ello, empero, no le había impedido quedar relegado al olvido, inmerecido y muy propio de este país, al que ya Gaziel en los años 30 denunciaba su condición de devorador de hombres.
De ahí, pues, que sean muy bienvenidas dos buenas exposiciones que le han consagrado. La del Arxiu Fotogràfic de Barcelona, con una buena serie de imágenes que captó en su vuelta al mundo; y la del Museu Marès, dedicada a su condición de coleccionista.
Oleguer Junyent, barcelonés sobresaliente.
Se dedican dos exposiciones a este personaje creativo, fascinante y de categoría singular