Peor que el botón rojo
EL móvil de Donald Trump es casi tan peligroso como el botón nuclear que recibió al entrar en la Casa Blanca. Afortunadamente, el pulsador atómico es un elemento disuasorio, mientras que su teléfono es un instrumento de ataque. Una conocida periodista de The New York Times asegura que el presidente tiene un botón rojo en su mesa con el que impresiona a las visitas, pero que en realidad es por el que pide las cocacolas. Un día hubo un pulsador nuclear, pero en la actualidad se trata de una sofisticada tarjeta. En cualquier caso, el móvil es un mal aliado y urge que las personas más cercanas le hagan ver que sus mensajes y sus tuits son lo más parecido a dispararse en el pie. Cuando uno es el hombre más poderoso del planeta da órdenes, toma decisiones, firma decretos. Lo que no se espera del ocupante del despacho oval es que intente machacar a sus rivales con maledicencias, difamaciones e infundios.
Los últimos ataques furibundos los han denunciado Joe Scarborough y Mika Brzezinski, periodistas de la MSNBC , que además son pareja. Aseguran que Trump los amenazó con la publicación de supuestas infidelidades en el tabloide
National Enquirer si continuaban criticando sus políticas. Esta cabecera fue utilizada por el republicano para atacar a sus rivales durante la campaña. Y aunque el presidente lo desmiente todo, sus mensajes de texto le quitan la razón.
Pero no acaba aquí la historia, porque Trump ha colgado dos mensajes en su cuenta de Twitter en los que califica a Scarborough de “psicópata” y a Brzezinski de “loca” y de “bajo coeficiente intelectual”. Y en pleno delirio ha llegado a escribir que cuando la vio en la víspera de Año Nuevo “se desangraba por un estiramiento facial”. La presentadora ha respondido que nunca se sometió a una intervención de cirugía estética y cuestionó el estado mental del presidente. Lo dicho: Trump necesita un amigo que le coja el móvil y lo tire al Potomac. Se lo agradecerá toda la vida.