Colau y los socialistas se dividen ante el referéndum
BComú vota en contra de una propuesta del PP que instaba a no aportar recursos ni personal el 1 de octubre, mientras que el PSC lo apoya
Ni el tranvía, ni la ordenanza de terrazas, ni las supermanzanas..., lo que ha acabado dividiendo en el pleno del Ayuntamiento de Barcelona a BComú y el PSC ha sido el referéndum independentista previsto para el próximo 1 de octubre. Mientras los socialistas dieron apoyo a una propuesta del PP que rechazaba el apoyo municipal a la consulta, los concejales de Barcelona en Comú votaron en contra, alineados junto al PDECat, ERC, la CUP y el concejal no adscrito, Gerard Ardanuy.
El texto del Partido Popular pedía que el Ayuntamiento manifestase de manera explícita su compromiso de no dar apoyo ni proporcionar medios y personal municipal el 1 de octubre para la celebración del referéndum. La propuesta fue rechazada con 28 votos en contra y 11 a favor. Además de los socialistas, Ciutadans también apoyó la propuesta del grupo municipal popular, que está trasladando estas semanas el debate a numerosos ayuntamientos de toda Catalunya.
En el caso de la capital la votación fue nominal, concejal por concejal, y hasta el mismo momento en el que el secretario fue nombrándolos uno a uno estuvo abierta la posibilidad de sorpresa. En los pasillos del Consistorio se comentaba que los miembros de ICV que forman parte del gobierno municipal se inclinaban por la abstención pero finalmente la coalición local prefirió no abrir fisuras entre ellos y todos votaron al unísono. También es cierto que unos lo hicieron a grito pelado y otros prácticamente en un susurro, pero, de una manera u otra, todos ellos expresaron su voto en contra de la propuesta del PP.
El primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, defendió el voto de BComú más como una posise, ción de rechazo a los populares que favorable a los independentistas. Para Pisarello, hacer lo contrario “sería una criminalización preventiva” al no conocer como será la convocatoria de referéndum ni como piensa actuar el Gobierno. En un discurso muy medido, defendió “un referéndum con garantías” para poder votar “de manera libre, limpia y clara”. El teniente de alcalde dejó claro que evitaban comprometerse a nada, ni con unos ni con otros. Cuando se conozcan los detalles ya se verá, venía a decir Pisarello con sus palabras.
La alcaldesa evitó pronunciar- una actitud que le afeó el popular Alberto Fernández. “El tiempo se acaba y debe posicionarse, dejando la ambigüedad de lado”, apuntó Fernández, que advirtió de que dentro de unas semanas “no tendrá más remedio que pronunciarse y decir si respalda con medios y personal municipal un referéndum contrario a la ley”.
El desmarque de los cuatro concejales socialistas respecto a los comunes no estuvo exento de crítica al PP pese a apoyar su texto. “Hay un presidente del Gobierno ciego, sordo, mudo y inútil para solucionar el problema”, dijo el líder de los socialistas, Jaume Collboni. El segundo teniente de alcalde tampoco se ahorró críticas a la vía unilateral de la Generalitat y puso de relevancia la falta de garantías legales de la convocatoria que quieren tirar adelante Junts pel Sí y la CUP. “No hay solución si se va contra las leyes igual que no habrá solución sólo con la ley”, resumió Collboni.
Fuentes de ambos partidos le quitan peso a la división y recuerdan que el acuerdo de gobierno alcanzado hace algo más de un año se circunscribe al ámbito municipal y contempla estas discrepancias en temas de este tipo. De hecho, no es la primera vez que sucede. Aún así, la oposición aprovechó el debate independentista para minar la confianza entre los socios. El popular Alberto Fernández pidió a los socialistas que dejaran el gobierno si no iban a la una. Por su parte, la concejal de la CUP Maria José Lecha se dirigió a la alcaldesa para invitarla a “expulsar” a los socialistas de su gobierno el 2 de octubre, el día después del referéndum.
Los partidos trasladaron también el debate a la tribuna de la sala plenaria. Simpatizantes de la CUP desplegaron dos esteladas. Pocos minutos después, un cargo de confianza del PP se puso al lado con una rojigualda. La guerra de banderas en este caso tuvo lugar en un ambiente de convivencia, lejos de aquella imagen esperpéntica de hace dos años durante las fiestas de la Mercè en el balcón de la plaza Sant Jaume entre el republicano Alfred Bosch y el popular Alberto Fernández. Cuando acabó el debate cada uno dobló su bandera meticulosamente y abandonaron la sala en silencio.
Pisarello defiende una consulta “con garantías” y evita comprometerse a nada hasta que se conozcan los detalles