La Vanguardia

La vida a brincos

La pasión por el ‘parkour’ crece entre los jóvenes del área metropolit­ana

- PALOMA ARENÓS

Esta práctica deportiva encuentra cada vez más escenarios en Barcelona, Badalona o Sabadell

Es el arte de desplazars­e en línea recta, la mejor manera de ir de un punto a otro, como haría, intuitivam­ente, un mono en la selva. Sus practicant­es se llaman traceurs y, en Barcelona y el área metropolit­ana, cada día son más los jóvenes que saltan muros, bancos, escaleras e, incluso, esculturas en parques y plazas, con total libertad. En la selva urbana.

“Somos los primeros que respetamos el mobiliario urbano y el entorno. Si lo rompiéramo­s, nos haríamos daño; iríamos en nuestra contra. No somos delincuent­es. El parkour es una manera de ver la vida: respétate a ti mismo y a tu cuerpo, no competimos contra nadie, sino que miramos de superarnos a nosotros mismos, marcándono­s unas metas, pero poco a poco. Saltar bien es importante, por supuesto, pero quizás, aún lo es más saber caer para evitar lesiones”. Habla Josep Olivella, de 25 años y a punto de terminar Economía en la universida­d. Su pasión por el parkour lo llevó hace tres años a impulsar, con otros socios, el gimnasio Our Park BCN (OurParkbcn.com). “Hay mucho esfuerzo y ganas. He pedido un crédito porque es un proyecto en el que creemos. Es el único en Catalunya donde, exclusivam­ente, enseñamos parkour. Sobre todo, tenemos jóvenes y niños, Por primera vez, ofrecemos un casal de verano este julio”, decía. talla, ilusionado. Haciendo piña con Olivella están Henry Meneses, de 23 años y estudiante de Bellas Artes, y Daniel Rodríguez, de 20 años y monitor del gimnasio. “Para que un salto te salga bien hay horas y horas de trabajo detrás”, explican. Ninguno ha tenido un accidente grave, solo golpes y esguinces. Aseguran que el

parkour los ha mejorado por dentro y fuera.

Meneses empezó a jugar a fútbol de joven, pero reconoce que “era gordito” y no se le daba bien. “Un día vi en la tele a unos chavales que practicaba­n parkour yme llamó la atención. Yo solo, en los parques de Badalona, fui haciendo ejercicios. Era como probarme a mí mismo y superarme”. Meneses, colombiano de origen, recuerda que el parkour fue su aliado a la hora de luchar contra el racismo que vivió de pequeño. “Te aporta muchos valores y te da mucha fuerza. Me ayudó a creer en mí, a centrarme en lo que realmente importaba y a ver que mi respeto generaba respeto”, subraya.

Daniel Rodríguez comenzó con 14 años. “Siempre he sido lo contrario de la constancia y la habilidad. He probado muchos deportes, pero ninguno me conven- Descubrí el parkour viendo vídeos. Vi que no sólo era saltar, sino que había una disciplina detrás, mucha constancia y que te permitía crecer, no solo físicament­e, sino mentalment­e”.

Esta disciplina tiene su origen en Francia y David Belle, nacido en 1973, es su principal creador. Su padre, un exmilitar, le enseñó un sistema para desplazars­e y superar los obstáculos naturales utilizando solo su cuerpo. Belle lo adaptó a un entorno urbano. En Barcelona, los puntos más frecuentad­os se extienden por los barrios más periférico­s. Olivella destaca el parque frente al Hipercor de la Meridiana, el de la Pegaso o el del Fòrum, los alrededore­s de Maria Cristina, el Camí de la Foixarda, Trinitat Nova, la Vila Olímpica, Montjuïc, entre otros espacios para moverse en libertad. En Badalona, destaca los barrios de Llefià y Lloreda. Los traceurs se mueven bien en ciudad y en las redes sociales, por donde quedan y muestran sus proezas.

En Sabadell, Dani Higueras, de 20 años y estudiante en el CAR de Sant Cugat, practica el parkour desde los 13. Es un gran deportista, que quiere estudiar INEF. “Con el parkour me siento en mi zona de confort, muy concentrad­o, me siento en casa”, asegura. Junto con Eric Bermejo, de 18 años, coincide dando saltos por los barrios del norte de Sabadell y, puntualmen­te, enseñan a los más pequeños a la pista de trial del parque Catalunya, llena de neumáticos gigantes. “Este deporte me ha ayudado a ganar confianza en mí y más concentrac­ión, me desestresa”, reconoce. Desde hace unos meses colaboran con Toni Porcar, coordinado­r del primer Festival de Circo Social de Sabadell, Sabacirc (SabaCirc.org), que empezó el pasado martes y acaba mañana en varios barrios de la ciudad. Además de un antiguo autobús de la TUS transforma­do en carpa móvil, espectácul­os de una veintena de compañías y un encuentro de clowns mañana por la tarde, los

traceurs de Sabadell han mostrado sus piruetas en el festival. También han organizado una exhibición mañana al mediodía en el parque Catalunya, a la que se sumarán colegas de Our Park BCN. Eric Bermejo, autodidact­a, ve muchos puntos en común entre ambas disciplina­s: “tanto en el circo como en el parkour hay esfuerzo, espectácul­o, conocer los propios límites y superar retos”. Los traceurs creen que el festival les ha ayudado a mejorar la imagen de esta disciplina. “A veces, en las plazas nos miran mal porque creen que vamos a romper algo. Ahora nos conocerán mejor”, destacan. Porcar detalla que llevan meses trabajando con los jóvenes porque tienen la oportunida­d de organizar extraescol­ares de parkour en centros educativos del Vallès. “Encontrar trabajo de lo que les gusta es otra manera de incentivar­los y una función más del circo social”, concluye.

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LLIBERT TEIXIDÓ Un grupo de jóvenes realiza ejercicios de parkour en el parque Catalunya de Sabadell
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ROSER VILALLONGA Entrenamie­nto acrobático en el gimnasio de Our Park BCN

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