La Vanguardia

España cae en la trampa

Alemania aprovecha la condición de favorito de su rival y gana con oficio

- RAMÓN ÁLVAREZ Barcelona

Partía como favorita y se convirtió en la víctima de una Alemania con orden y sin complejos que sólo necesitó contener a España en sus mejores minutos y marcar el gol decisivo que no había encontrado en las semifinale­s para llevarse el segundo Europeo sub-21 de su palmarés. La rojita padeció ayer un exceso de confianza y la falta de un líder que no apareció por ninguna parte. No consiguió estar nunca cómoda en el campo y acabó cayendo merecidame­nte ante un rival con mucho más oficio y pragmatism­o.

Albert Celades no dudó en salir con el mismo once con el que arrolló a Italia en semifinale­s. Con alguna variación puntual, el mismo con el que ayer se plantó en la final tras pasar por encima de Macedonia, Portugal y Serbia en la fase de grupos. Y el partido, ciertament­e, comenzó como el de semis, con España asumiendo el control del balón ante una Alemania cerrada en su campo, aunque mucho más disciplina­da y menos precipitad­a que lo fue Italia dos días antes.

Probableme­nte el gran logro de Stefan Kuntz al frente de la pequeña Mannschaft ha sido hacer un equipo de los restos que le ha dejado Joachim Löw, quien en su apuesta por renovar la selección absoluta se ha llevado a la Copa Confederac­iones a cuatro jóvenes que disputaron la fase de clasificac­ión –Kimmich, Brandt, Ginter y Goretzka–, a los que se suma el lesionado Sané. Y pronto se vio que Alemania era mucho más equipo que España.

Porque tras los primeros fogonazos de la rojita, los alemanes empezaron a llegar con peligro y en el minuto 7 Meyer ya amenazaba con un cabezazo al palo. Era sólo un aviso de lo que estaba por llegar. El joven talento del Schalke era una de las amenazas que tenía ayer España. La otra, el flamante fichaje del Bayern Gnabry, no tardó en aparecer para hacer gala de su velocidad y capacidad de desborde y firmar dos acciones claras de peligro: un remate desviado en el 12 y un chut forzado en una segunda acción tras una falta botada al área que detuvo Kepa.

Del control inicial España pasó a ser un manojo de nervios. Celades ordenó defender con dos líneas de cuatro y centrarse en la contención de lo que fueron los mejores

LA ESTRELLA Recién fichado por el Bayern, Gnabry fue una pesadilla para España y sólo le faltó el gol OTRA CARA El equipo de Celades no tuvo ni el control ni la seguridad que había mostrado hasta anoche

momentos del rival. Aunque pese a las precaucion­es del técnico, sus hombres no pudieron evitar el gol ya en el 40 en una gran combinació­n entre Toljan, quien subió por la banda derecha para sacar un centro al primer palo, y Weiser, quien peinó con maestría ante la oposición de Vallejo. El balón se coló por la escuadra de un Kepa que sólo pudo verlo entrar.

Tras la reanudació­n el partido mostró otra cara. España volvió a asumir el control y perdió el miedo para que Alemania volviese a encerrarse y recurriese al plan B: endurecer su juego. El de los españoles no era otro que la aparición de Saúl. Y el atlético lo hizo a su estilo, con un trallazo en el 58 que ayer no consiguió sorprender al meta Pollersber­g.

Pero Alemania hizo ayer también gala de su poderío físico y aprovechó que su rival se había volcado en ataque para poner la réplica. Gnabry, cómo no, superó por velocidad a Meré para entrar hasta el área pequeña, donde se encontró con Kepa, que sacó una pierna providenci­al en el 61. Y apenas cinco minutos después el propio Gnabry culminó con un remate desviado una jugada confusa en el área española. Antes de retirarse fundido, la nueva perla del Bayern volvió disponer de un disparo franco que volvió a irse desviado en el 71.

Con Williams y Borja Mayoral en el campo en el intento desesperad­o de Celades de buscar el empate, España atacó con más corazón que orden en esos últimos minutos. Pero el partido hacía mucho que estaba perdido.

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STRINGER / REUTERS Borja Mayoral y Marco Asensio contemplan con impotencia las celebracio­nes de Alemania al finalizar el encuentro
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