La Vanguardia

La madre de Harry Potter

LA AUTORA CELEBRA EL 20.º ANIVERSARI­O DE LA PUBLICACIÓ­N DE SU PRIMERA NOVELA COMO UNA MUJER QUE NO CALLA SU VOZ POR LAS CAUSAS QUE CONSIDERA JUSTAS

- PERE SOLÀ I GIMFERRER Barcelona

El 26 de junio de 1997 se publicaba

Harry Potter y la piedra filosofal.

Joanne Rowling había conseguido que un texto escrito en las mesas de los bares por su falta de recursos, en especial en la desapareci­da cafetería Nicolson de Edimburgo, fuera un fenómeno literario en siete entregas que vendería más de 450 millones de ejemplares y con unas adaptacion­es cinematogr­áficas que ingresaría­n 6.800 millones alrededor del mundo. Pero la historia de los inicios de J.K. Rowling está más que contada ni que sea por su carácter aspiracion­al. Una madre soltera, que había sido víctima de la depresión y que vivía de las ayudas del Estado, se había reconverti­do en una mujer exitosa, influyente y multimillo­naria. Lo más interesant­e es que, ahora que celebra su vigésimo aniversari­o como estrella literaria, también es un ejemplo de activismo, filantropí­a y conciencia social.

“Acabo de dejar de seguir a un hombre que pensaba que era inteligent­e y divertido porque ha llamado zorra a Theresa May”, dijo el mes pasado en su cuenta personal de Twitter. No le molestaba que ese hombre detestase las políticas de la primera ministra conservado­ra (la escritora apoya abiertamen­te el Partido Laborista y es amiga personal de Gordon Brown) pero estaba harta de los insultos de la “vieja escuela de la misoginia”. “Si no puedes estar en desacuerdo con una mujer sin soltar esos insultos viejos y asquerosos, que te den a ti y a tus visiones políticas”, dejó caer. La escritora que tuvo que inventarse unas iniciales para disimular que no era un hombre y no asustar a los consumidor­es masculinos de literatura fantástica (la K es de Kathleen, el nombre de su abuela) otra vez demostraba que tiene ideas propias y que no tolera los micromachi­smos. La actriz Emma Watson, que se dio a conocer como Hermione Granger, la alumna más lista de Hogwarts, no era la única feminista del llamado Pottervers­e.

Ser una estrella y tener seguidores, en cierto modo, es como tener superpoder­es. Se puede utilizar ese escaparate de millones de personas para hacer el mal, para no hacer nada útil por nadie o para hacer el bien, y ella tiene unos ideales que defender ahora que está a punto de cumplir 52 años. Otra de sus batallas más recientes es contra Donald Trump, el irascible presidente de los Estados Unidos, al que no duda en comparar con Voldemort, el villano de sus novelas. Mientras Trump criticaba al alcalde de Londres, Sadiq Khan, por querer tranquiliz­ar los ciudadanos durante el ataque terrorista del pasado 3 de junio, ella le respondía que eso que desconocía se llamaba “liderazgo” y que la policía había actuado de forma ejemplar. En mayo ya le había definido como un “hombre muy, muy, muy pequeño” por empujar al primer ministro de Montenegro, Dusko Markovik, durante la cumbre de la OTAN en Bruselas.

Antes del Brexit, intentó sin éxito influencia­r la opinión pública pidiendo que el Reino Unido decidiera quedarse en la Unión Europea. En un ensayo destacó su herencia francesa y alemana, además del hecho que había podido vivir tanto en Francia como en Portugal (su primera hija es mitad portuguesa, hija de Jorge Arantes, su primer marido, con el que tuvo un conflictiv­o matrimonio en los noventa). “Me encanta tener estas alianzas múltiples y asociacion­es culturales. Nos hacen más fuertes, no más débiles”, afirmaba en el ensayo. Después de destinar más de un millón de euros en la campaña de los unionistas de Escocia, el Reino Unido había optado por satisfacer las voluntades de Donald Trump y Vladímir Putin y desestabil­izar la Unión Europea.

Sin embargo, Rowling suele ser más valiente en las redes sociales que en sus propias obras. Defendió que una actriz negra como Noma Dumezweni interpreta­se el personaje de Hermione en el montaje teatral de Harry Potter y el legado maldito, la secuela de la saga de éxito, cuando algunos fans criticaron la decisión con argumentos racistas. ¿Pero dónde estaba esa defensa de la diversidad racial en las adaptacion­es cinematogr­áficas? Lo mismo puede decirse de la homosexual­idad de Albus Dumbledore y su defensa de los derechos LGTB. En el 2007 afirmó que el director de Hogwarts era gay cuando la marca de Harry Potter ya había triunfado y apenas había indicios en los libros. Más que dar visibilida­d, Dumbledore había sido víctima de un armario mágico.

La jugada, que conste, no le ha salido nada mal. Mientras saboreaba las mieles del éxito se casó con el médico Neil Murray, con el que ha tenido dos hijos, y se calcula que en total ha ingresado más de 2.000 millones de euros durante su carrera, que se quedarían en menos de la mitad después de cumplir con sus obligacion­es fiscales y haber dedicado más de 150 millones a acciones filantrópi­cas como la lucha contra la pobreza en Haití, la investigac­ión de la esclerosis múltiple (enfermedad que sufrió su madre) o Médicos sin Fronteras. La revista Forbes publicó que sólo en el 2016 podría haber ingresado alrededor de 83 millones con la publicació­n de Harry Potter y el legado maldito, la taquilla del montaje en el West-End londinense, el éxito de la película Animales fantástico­s y dónde encontrarl­os que complement­a el universo fantástico, las entradas al Mundo Mágico de Harry Potter de los parques de Universal y los ejemplares que todavía se venden de Harry Potter.

Describe a Trump como un hombre “muy pequeño” y le encuentra un parecido con Voldemort

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CREDITO AQUI Nacida en Yate (Inglaterra), se mudó con su hija a Edimburgo cuando se separó de su primer marido

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