La Vanguardia

La ex que quiere volver

FUE PRESIDENTA DE ARGENTINA HASTA EL 2015 Y AHORA ASPIRA A SER SENADORA PERO CON EL PUNTO DE MIRA MÁS ALTO

- ROBERT MUR Buenos Aires

No fue magia. Cristina Fernández de Kirchner no era maga en sus ocho años de gobierno, ni lo es ahora que lleva año y medio fuera del poder, que no es lo mismo que lejos. La expresiden­ta argentina (20072015) vuelve a primera línea política, si es que alguna vez la abandonó. Con toda probabilid­ad, en octubre se convertirá en senadora, primer paso para recuperar la presidenci­a en el 2019, aunque no lo dice.

De hecho, Fernández tampoco anunció personalme­nte que encabezará la lista al Senado de su nuevo partido, Unidad Ciudadana (UC), a las elecciones legislativ­as del 22 de octubre, a pesar de que era un rumor desde que en diciembre del 2015 dejó la Casa Rosada negándose a entregar la banda presidenci­al a Mauricio Macri en el Congreso. Ni siquiera lo confirmó en el mitin del 20 de junio en un estadio de Buenos Aires, su mayor acto de masas desde la salida de la presidenci­a.

No, la exmandatar­ia esperó hasta el último minuto, casi hasta la medianoche del 24 de junio, cuando concluía el plazo para que los partidos inscribier­an a sus candidatos, y poco antes su círculo más cercano filtró la noticia a una cadena afín. En este sentido, CFK –abreviatur­a utilizada por los medios argentinos y por ella misma en las redes sociales– no ha variado prácticame­nte la opacidad comunicati­va que caracteriz­ó su gestión y la de su difunto marido, Néstor Kirchner, presidente entre el 2003 y el 2007.

El suspense político llevado al extremo se ha convertido ya en una táctica típica del kirchneris­mo para sacar ventaja ante adversario­s internos y externos. En este caso, la pelea era dentro del peronismo, dividido entre los partidario­s de reunificar­se bajo el alero de Fernández o de jubilarla. Sin embargo, Cristina, como también la llaman los medios, ha vuelto a demostrar, igual que hizo su marido, que el Partido Justiciali­sta (PJ) no es nada sin un líder fuerte. Así que decidió montar su propia formación antes que exponerse a que se visualizar­a un porcentaje de voto de rechazo en las primarias obligatori­as que los partidos celebrarán en agosto, y donde finalmente el peronismo estará dividido en tres sectores que llegarán a las legislativ­as por separado. Macri está encantado.

A pesar de los numerosos escándalos de corrupción, algunos de los cuales apuntan a su enriquecim­iento ilícito, CFK mantiene un apoyo de entre el 25% y el 30% de la población. En la elecciones del 2007 obtuvo el 45% de los votos, mientras que en las del 2011 logró el 54%.

Fernández suma ya tres procesamie­ntos, dos por corrupción y uno por fraude a la administra­ción por avalar la decisión del Banco Central de vender dólares a futuro sabiendo que produciría pérdidas al erario público; la instrucció­n de la causa acabó y está lista para el juicio oral.

Uno de los procesamie­ntos por corrupción correspond­e al por pago de sobrepreci­os en obras públicas, la mayoría adjudicada­s en su feudo patagónico de Santa Cruz al constructo­r y supuesto testaferro de los Kirchner, Lázaro Báez, en prisión preventiva. El otro es el caso Los Sauces, que salpica también a sus hijos, Máximo y Florencia. En el auto del juez Claudio Bonadio los tres integrante­s de la familia son considerad­os “los jefes de la banda”. Los Sauces es el nombre de la inmobiliar­ia familiar que recibía el 80% de ingresos gracias a alquileres ficticios que pagaban Báez y de otro empresario amigo, Cristóbal López, zar del juego. La expresiden­ta, procesada por asociación ilícita, lavado de dinero y negociacio­nes incompatib­les con la función pública, debe pedir permiso al juez cada vez quiere salir del país.

Además, Cristina está imputada en la causa Hotesur, nombre de la compañía que agrupa los hoteles que poseen los Kirchnner, la mayoría en El Calafate, que de forma idéntica recibían pagos millonario­s de Báez por la ocupación fingida de habitacion­es. Por otra parte, un escaño en la Cámara Alta le concederá inmunidad parlamenta­ria, después tiempo especulánd­ose con una posible orden de detención.

A sus 64 años, esta abogada “exitosa” antes de la política, como ella se autodefini­ó, conoce bien el Parlamento pues ya fue senadora (20012007) y diputada (1997-2001). Sin embargo, no parece predispues­ta a acudir a todas las sesiones del Senado, ni a realizar una campaña con presencia intensiva. De hecho, desde que se confirmó su candidatur­a sólo se ha manifestad­o a través de Twitter y es probable que sólo realice aparicione­s magistrale­s, además de un gran mitin final.

La estrategia de controlar hasta el extremo su exposición pública ya la ha practicado durante este año y medio, que mayoritari­amente pasó enclaustra­da en sus casas patagónica­s de Río Gallego y El Calafate. Sin embargo, se vio obligada a viajar a Buenos Aires, donde posee un piso en el barrio de Recoleta, debido a sus comparecen­cias judiciales, momentos que aprovechó para organizar actos populares con sus seguidores. También se ha dejado ver por la capital argentina en el Instituto Patria, montado para ensalzar su figura, y ha concedido a periodista­s afines contadas y amigables entrevista­s. Además, viajó a Brasil, Bélgica y Grecia, donde visitó un centro de refugiados y fue recibida por el primer ministro Alexis Tsipras.

“No fue magia” era una de las frases que Fernández repetía al final de su mandato para explicar que no fue casualidad, sino producto de una buena gestión, lo que ella considera “la década ganada” kirchneris­ta, aunque la mitad del país, que apoya a Macri, piense todo lo contrario. La grieta argentina.

A pesar de los casos de corrupción, Cristina Fernández mantiene un apoyo de entre el 25% y el 30%

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ANADOLU AGENCY / GETTY La expresiden­ta argentina es abogada y tiene 64 años cristina fernández

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