Pekín avisa a Hong Kong que no tolerará ningún desafío
Xi Jinping advierte que no tolerará ningún desafío al Gobierno de Pekín
La conmemoración del vigésimo aniversario de la devolución de Hong Kong a China se vivió con protestas contra el régimen de Pekín y la advertencia del presidente Xi Jinping a los desafíos independentistas.
El presidente chino, Xi Jinping, se mostró suave en la forma pero contundente en el fondo en su primera visita a Hong Kong. En su discurso para conmemorar el vigésimo aniversario de la devolución de la excolonia británica a Pekín advirtió que no tolerará ningún desafío al Gobierno chino. El dirigente comunista lanzó esta contundente advertencia frente al auge de reivindicaciones democráticas e independentistas de los movimientos nacidos tras la revolución de los paraguas de otoño del 2014.
Xi Jinping no se anduvo por las ramas ayer en su primera intervención en Hong Kong y marcó una líneas rojas infranqueables para la excolonia británica. “Cualquier intento de poner en peligro la soberanía nacional y la seguridad de China, de desafiar la autoridad del Gobierno central y la Ley Fundamental de Hong Kong es un acto que cruza la línea roja y es absolutamente inadmisible”, advirtió el dirigente comunista en su locución.
El presidente del gigante asiático realizó este corto pero categórico discurso en el centro de Convenciones de Hong Kong, tras la toma de posesión de la nueva jefa del Ejecutivo local, Carrie Lam, que fue elegida en marzo de este año por un comité electoral de 1.200 miembros favorables al régimen de Pekín.
Su visita y su intervención habían despertado muchas expectativas, tanto en la comunidad local como entre los observadores internacionales.
Una curiosidad provocada por el hecho de que hasta ahora el máximo líder chino se había mantenido en silencio frente a las masivas e intensas protestas lanzadas contra su gobierno por parte de los movimientos pro democracia de Hong Kong, así como por la aparición de organizaciones políticas que incluso reclaman la independencia.
Y tal como se esperaba, Xi Jinping, lanzó un duro mensaje. A los jóvenes que piden independencia y democracia les advirtió que no toleraría sus reivindicaciones y subrayó que su actitud sólo provocaría más problemas a la excolonia.
“Crear deliberadamente diferencias políticas y provocar confrontación no resolverá los problemas. Al contrario, sólo impedirá seriamente el desarrollo
El líder chino exige la aplicación de una ley de seguridad nacional en la antigua colonia británica
económico y social de Hong Kong”, dijo.
Xi Jinping también dio a entender que se mostrará implacable con aquellos que pretendan “utilizar Hong Kong para infiltrarse en la China continental o lleva a cabo allí actos de sabotaje”. Una alusión a los intentos de los líderes estudiantiles de visitar las universidades del otro lado de la frontera y a los libreros hongkoneses que fueron detenidos a finales del 2015 por introducir de contrabando obras críticas con el régimen comunista.
Su aviso no se limitó a unas palabras contundentes. A lo largo de los tres días que duró su visita a la excolonia fue desplegado un enorme dispositivo de seguridad de más de 10.000 policías, numerosas calles del centro de la ciudad fueron cortadas y las acciones de protestas fueron rápidamente reprimidas. Y los jóvenes líderes prodemocráticos, retenidos durante horas en las dependencias de la policía para evitar que protagonizaran acciones de protesta.
También tuvo palabras para aquellos que creen que el régimen comunista no respeta el principio de “Un país, dos sistemas”, para Hong Kong. Unas reglas según las cuales la excolonia gozará de unos derechos democráticos (libertad de expresión e independencia judicial) desconocidos en el resto de China. Xi Jinping rechazó las críticas y afirmó que “la sociedad de Hong Kong disfruta de mayores derechos democráticos y libertades que en ningún otro momento de su historia”. No despejó, sin embargo, los recelos que dos días antes había alimentado su Ministerio de Asuntos Exteriores. Unas suspicacias provocadas al afirmar que la Declaración chino-británica de 1984, que define los términos de la retrocesión según el principio de “Un país, dos sistemas”, ya no era “pertinente”.
Algunos observadores internacionales incluso se inquietaron ayer al escuchar cómo el dirigente chino sugería a la nueva jefa del Ejecutivo de Hong Kong la necesidad de garantizar la seguridad nacional.
Xi Jinping le planteó a Carrie Lam que Hong Kong “necesita mejorar sus sistemas para mantener la soberanía nacional y sus intereses de seguridad nacional”. Un comentario que es interpretado como un primer paso en la estrategia de Pekín de presionarla para que decida aplicar una polémica ley de seguridad nacional que los grupos de derechos humanos temen que recorte las libertades fundamentales en la excolonia. Una norma que restringiría enormemente los movimientos y las declaraciones de los activistas prodemocráticos. El líder del gigante asiático también aprovechó la ocasión para leer la cartilla a la sociedad civil local.
Reclamó unidad y que no se dejaran llevar por las distorsiones políticas y les instó a concentrarse en su labor para contribuir al desarrollo económico de la ciudad. Una advertencia que no es baladí, ya que la metrópoli sureña ha perdido competitividad a nivel internacional en los últimos años y afronta graves problemas sociales, provocados por una desorbitada especulación inmobiliaria y una creciente desigualdad social.
A la vista del discurso de Xi Jinping, los críticos con Pekín subrayaban anoche si tenía sentido darle un plazo de cien días de gracia al gobierno de Carrie Lam. Razón no les falta. Xi ya le ha definido las prioridades: le ha marcado las líneas rojas que Hong Kong no debe traspasar, le ha exigido la aplicación de la ley de seguridad nacional y más educación patriótica. Sólo falta saber cuando aplicarán estas normas.
Xi Jinping advierte que será implacable con aquellos que se infiltren en China para realizar sabotajes