La Vanguardia

La vida erótica de Salvador Dalí

- JOSEP PLAYÀ MASET Barcelona

Si se demuestra que Salvador Dalí es el padre biológico de Pilar Abel, la mujer que reclama que se le reconozca judicialme­nte como su hija, habrá que modificar las biografías del artista. No sólo nos habría engañado en sus declaracio­nes y escritos, sino también a todos sus colaborado­res, amigos y entorno. Porque todos coinciden en que Dalí tenía cierta aversión hacia el sexo femenino, que quizás la única excepción y puntualmen­te llegó a ser Gala, que su mayor placer estaba en el voyerismo, el fetichismo, el onanismo..., y que si alguna tendencia sexual tenía –aunque en este punto no hay consenso– era hacia el género masculino.

Pero vayamos por partes, porque hay varios episodios en su vida que siguen siendo confusos y misterioso­s. Y el primero es el que se refiere a su “primera novia”, una chica de su edad que conoció con 15 años al coincidir en unas clases en la escuela municipal de dibujo de Figueres que dirigía el profesor Juan Núñez. Allí Dalí descubrió su pasión por la pintura. Con Carme Roget tuvo un prolongado amor romántico, al que llamó “el plan quinquenal”. Existe una carta de Dalí de 1920 en la que le confiesa: “Yo también he creído en el amor… Pero para mí ha sido muy cruel… Siempre me he enamorado de un imposible… Me he enamorado del arte..., estoy enamorado de una muchacha más hermosa que el arte, pero también más imposible”. Es decir, apunta antes de leer a Freud que el arte puede sublimar su deseo sexual. Algo no debía gustarle ya al padre de la chica porque un día que encontró a Dalí en plena rambla de Figueres le dio un sonoro bofetón. Y la historia acabó definitiva­mente cuando se fue a estudiar a Madrid.

En la capital de España participó de fiestas y salidas nocturnas, pero no se le conocen nuevos amores. Y según Buñuel en los burdeles se quedaba al margen. Sí que aparecen en estos momentos dos nombres femeninos, Margarita Manso, en Madrid, y Ramoneta Monsalvatg­e, en Figueres, que representa­n a la mujer cosmopolit­a, moderna y liberal de costumbres. Pero nada indica que hubiese ningún contacto físico con ellas, más allá de cierta admiración por su actitud (de la primera afirma que se la ofreció a Federico García Lorca, después de que este intentara consumar sexualment­e con él sin éxito).

En estos primeros años, la mujer que pasa más con tiempo con Dalí es su hermana Anna Maria, a la que utiliza como modelo casi exclusiva para sus obras. Una relación que se va a truncar con la aparición de Gala, lo que explicaría ciertos celos de la hermana. Gala llega a Cadaqués en agosto de 1929, acompañada de su marido el poeta Paul Éluard y la hija de ambos, Cécile. Ella es una mujer sexualment­e liberada, experiment­ada. Él, con diez años menos, es todo lo contrario. El sexo le aterra desde que de muy joven su padre le ha alertado de los peligros de las enfermedad­es venéreas. Y sus amigos de juventud encima se ríen de su tamaño.

Cuando Gala regresa a París, Dalí se queda dos meses sólo en el Empordà y empieza a pintar desaforada­mente para preparar su primera exposición en París. Una de las obras con las que se presenta ante la sociedad surrealist­a lleva un título inequívoco: El gran masturbado­r. Otro cuadro es una burla a la institució­n familiar: “A veces por placer escupo sobre el retrato de mi madre”. Su madre había fallecido ocho años antes y esta afrenta no se la perdonó nunca su padre. Gala lo acepta y ya no se separarán nunca.

Dice Dalí que su primera visita en París fue al famoso burdel Le Chabanais (del que hoy conserva una bañera en el Teatre-Museu). Pero no consta, ni en esta ni en otras visitas, que se acostara con mujeres –ni con hombres–. Se contentaba con mirar.

Lluís Duran, dueño del restaurant­e de Figueres que frecuentab­a Dalí, anotó muchas anécdotas a lo largo de los años. Como su manía de pedir agua mineral para lavar la fruta porque no se fiaba de la del grifo. Y otras más íntimas. Un día pidió que le acompañara­n a la Torre Vasca, un local de prostituci­ón alejado del centro de la ciudad. El restaurado­r delegó en un amigo suyo, soltero y bon vivant, que no dudó en hacerlo. “Dalí pidió a las chicas que se desnudaran y se pusieran en fila. Iban pasando delante de él, y con el bastón les tocaba el culo mientras se masturbaba. Pasé mucha vergüenza”, le contó su amigo R.G.

En ese mismo restaurant­e, hubo una cena en la que coincidier­on Josep Pla y Salvador Dalí. Como era habitual, Dalí hizo sentar a su lado a una chica joven, rubia, de pelo largo, una ginesta, como las llamaba. Le colgó unas cerezas en la oreja y empezó a hablar de la forma de su trasero. Al escritor le disgustó este comportami­ento: –Hombre, Salvadoret, fots unes

collonades, además todo el mundo sabe que eres un impotente de toda la vida.

–Pla, ¡no te enfades de esta manera! ¡Todo el mundo sabe que tú eres el rey de las putas!

Hubo un silencio entre los acompañant­es, pero segundos después volvieron a la conversaci­ón con toda normalidad.

Muchos fotógrafos que pasaron por Portlligat tienen imágenes de modelos desnudas en el taller o en el jardín. Ninguna ha admitido nunca relaciones sexuales con Dalí. La que adquirió más protagonis­mo fue la cantante Amanda Lear, que a fina-

PLAN QUINQUENAL Su primera novia de Figueres fue un amor romántico, que dejó al irse a Madrid

LA ÚNICA MUJER En 1929 el pintor se une para siempre a Gala, diez años mayor, casada y con una hija

les de los años sesenta se convirtió en su acompañant­e habitual, mientras Gala se refugiaba en chicos mucho más jóvenes. Amanda había sido Alain Tapp y está considerad­a uno de los primeros transexual­es operados. Ella misma –que no reconoce su antigua identidad– ha negado todo tipo de contacto con Dalí. Lo mismo Carlos Lozano, un hippie, de origen colombiano y aspecto andrógino, que en los años setenta se convirtió en otro fijo de la corte daliniana. Su libro de memorias cuenta algunas escenas descarnada­s, pero su conclusión es rotunda: “Dalí era un voyeur, un masturbado­r, un pervertido­r. Pero si tenía alguna inclinació­n sexual era hacia los hombres y sólo para los hombres. No soportaba que lo tocasen las mujeres y yo notaba su sensación de aversión en las raras ocasiones en que eso sucedía”.

 ??  ?? Dalí durante una performanc­e con bailarines en el Park Güell de Barcelona, en 1966
Dalí durante una performanc­e con bailarines en el Park Güell de Barcelona, en 1966
 ?? . ?? Dalí y Gala, poco después de conocerse en Cadaqués, en 1929
. Dalí y Gala, poco después de conocerse en Cadaqués, en 1929
 ??  ??
 ?? DESCONOCID­O ??
DESCONOCID­O

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain