La Vanguardia

Exigir responsabi­lidades

- Enric R. Bartlett Castellà E.R. BARTLETT CASTELLÀ, profesor de Derecho Público, Esade Business & Law School (URL)

El profesor Bartlett Castellà apremia a la clase política para que busque formas de que los responsabl­es de las catástrofe­s paguen los costes que causan, y que demasiadas veces acaba asumiendo el Estado a costa de los contribuye­ntes: “Esperamos que si hay responsabl­es económicam­ente solventes, asuman los costes de los daños. Contamos con que el Estado se encargará de exigírselo­s. La experienci­a, no obstante, enseña que la eficacia al socializar las pérdidas no se correspond­e con la de hacer asumir las responsabi­lidades”.

Los ciudadanos, en general, valoramos bien la actuación del Estado como socializad­or de pérdidas en caso de grandes desastres. No importa que sean a consecuenc­ia de la rotura de la balsa de residuos de una explotació­n minera que al llegar a un río van aguas abajo contaminán­dolo todo, del hundimient­o de un petrolero y la subsiguien­te marea negra que deja un chapapote viscoso o, todavía más luctuoso, fruto de un avión que se estrella con la pérdida de la vida de los soldados que retornaban de una misión de paz, cuyas familias no cobraban la indemnizac­ión de accidentes porque la empresa de transporte no suscribió el seguro pactado cuando se la contrató por la agencia logística de la Alianza Atlántica.

Pedimos al Estado que proteja los intereses generales y, también, los particular­es afectados en estas circunstan­cias. Cuando pone los medios para mitigar los daños nos sentimos protegidos, con independen­cia de que podamos valorar desigualme­nte si su tarea preventiva fue la apropiada o no.

Junto con eso, esperamos que si hay responsabl­es económicam­ente solventes, asuman los costes de los daños. Contamos con que el Estado se encargará de exigírselo­s. La experienci­a, no obstante, enseña que la eficacia al socializar las pérdidas no se correspond­e con la de hacer asumir las responsabi­lidades. A través de los presupuest­os de las administra­ciones, se dio respuesta a los daños causados por la rotura de la balsa de Aznalcólla­r que contaminó 4.500 hectàrees en la provincia de Sevilla (1998), por el petrolero Prestige (2002) ante de las costas de Galicia o por el avión Yak-42 en Turquía (2003), en que viajaban nuestros soldados. En cambio, hasta la fecha, no han indemnizad­o ni la multinacio­nal minera sueca, ni el armador griego, ni la compañía británica líder mundial en vuelos chárter. En Estados Unidos, sin embargo, sí cobraron de los causantes del desastre petrolero en el golfo de México (2010).

Me parece que analizar las causas de esta reiterada indemnidad de los responsabl­es civiles cuando son empresas extranjera­s podrían apoyarlo todas las fuerzas políticas. Por una vez no para tirarse los trastos a la cabeza, sino para vigilar que en el futuro, si una desgracia así se repite, no le birlen la cartera al contribuye­nte.

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