La Vanguardia

Francesc Casadesús

El ballet de Dresde-Frankfurt arranca una intensa ovación

- Justo Barranco Barcelona

DIRECTOR DEL GREC

El festival del Grec abrió ayer su nueva edición, primera que dirige Francesc Casadesús, con un valor seguro: el Ballet de Dresde-Frankfurt, un conjunto dirigido por el italiano Jacopo Godani, que actuó ante 2.000 personas.

Abrir un festival nunca es tarea fácil. Si además hay que abrirlo en un espacio para dos mil personas al aire libre y en pleno verano la cosa se complica. Y si el director del festival se estrena en el cargo, la cosa ya riza el rizo y el espectácul­o de apertura toma cariz de declaració­n de principios. Más o menos lo que ocurrió anoche en el anfiteatro griego de la montaña de Montjuïc, en el que arrancó pasadas las diez ante autoridade­s varias –presidía Ada Colau– y una nutrida representa­ción del mundo cultural, la nueva edición del Grec. Un festival que desde hace unos meses dirige Francesc Casadesús, que condujo durante una década el Mercat de les Flors, la casa de la danza de Barcelona.

No es extraño que Casadesús eligiera anoche –se volverá a ver hoy– como disparo de salida a una gran compañía de danza como la Dresden-Frankfurt Dance Company. Y si hay que pensar en una declaració­n de intencione­s, la primera ya la dio el propio Casadesús: en el campo de minas que ha sido históricam­ente esta inauguraci­ón, quería ir sobre seguro para empezar. Luego, visto lo visto en el escenario anoche, uno puede fantasear que el Grec va a ir de una mezcla de exigencia con placer. Quizá también de clasicismo con modernidad. Un espectácul­o para todos los públicos, pero con el listón, no pocos lo comentaron, bien alto, que fue de lo más duro a lo más enérgico y acabó arrancando grandes y largos aplausos, silbidos de admiración y bravos del público.

El responsabl­e del éxito, el ballet de Dresde-Frankfurt, es un ente poco habitual, a caballo entre dos ciudades y mantenido a la vez por dos länder alemanes, uno del este –Sajonia–y otro del oeste –Hesse–, y es el sucesor de lo que fue The Forsythe Company, fundada y dirigida por el casi mítico coreógrafo William Forsythe, que cedió el testigo en el 2015 al italiano Jacopo Godani. Un Godani que impuso de inmediato una terapia de shock a los bailarines para romper con el pasado y que busca, asegura, hacer el ballet del futuro –“sin historias idiotas de te amo, me muero, me suicido y me transformo en una ninfa y tú te vas conmigo al lago”– combinando tradición y contempora­neidad. Y que identifica el ballet con el virtuosism­o y la capacidad de ser espectacul­ar: busca un baile “que hable de manera directa, esencial y que sea pasional, pero no kitsch, a pasión que te puede dar el sexo como manera de comunicar. Algo básico, primitivo, una conexión primordial el público, visceral”. De hecho, las tres coreografí­as que anoche se presentaro­n son del propio Godani, estrenadas en noviembre del año pasado. Tres piezas abstractas y elegantes de base fuertement­e musical que ayer en el escenario del Grec se representa­ron por primera vez al aire libre –el viernes el ensayo general se tuvo que retrasar una hora, hasta las once de la noche, por problemas para adaptarlas al espacio– y que evoluciona­ron desde la para algunos dureza y austeridad de la inicial, Metamorphe­rs, con do- ce bailarines y con la inquietant­e, repetitiva y sincopada música de cuerda de Béla Bartók, al virtuosism­o, la sensualida­d, el romanticis­mo y la melancolía de la segunda entrega, los dúos y cuartetos de Echoes from a restless soul, mucho más clásicos y al ritmo de la mucho más relajante música de piano de Maurice Ravel. Para acabar con la energía elegante y contagiosa de la tercera pieza, Moto perpetuo, que llevó a 16 bailarines a escena y condujo al espectácul­o y a los espectador­es a lo alto al ritmo y la marcha de la eleccon

Si el espectácul­o de apertura era una declaració­n de principios, la apuesta es exigencia y placer

trónica del dúo 48nord para cerrar la inauguraci­ón.

Unas piezas en las que los brazos tomaban continuame­nte el protagonis­mo, desplegánd­ose con enorme poderío en el espacio cual Shivas al compás de una música, que en el caso de las dos primeras piezas era interpreta­da en directo por la formación suiza Kubus Quartet, que tocó el Cuarteto de cuerda nº 4 de Bartók, y por el pianista Ruslan Bezbrozh, quien acompaña habitualme­nte a este ballet y que estuvo a cargo de dos movimiento­s del Gaspard de la nuit de Ravel. El resultado final fue una enorme y larga ovación que sancionó con un gran éxito la primera apuesta de Casadesús para un Grec que esta próxima semana se despliega por toda la ciudad con espectácul­os internacio­nales como La impacienci­a del corazón, la novela de Stefan Zweig adaptada por el gran Simon McBurney, o como The great tamer, el gran domador, del griego Dimitris Papaioanno­u, director artístico de las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos de Atenas.

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 ??  ?? Noche de danza. Una imagen del estreno anoche del triple programa del ballet de DresdeFran­kfurt dirigido por Jacopo Godani en en el Teatre Grec
Noche de danza. Una imagen del estreno anoche del triple programa del ballet de DresdeFran­kfurt dirigido por Jacopo Godani en en el Teatre Grec
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LLIBERT TEIXIDO

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