Los temas del día
La posición de los catalanes respecto a la posibilidad de un referéndum en octubre, y los veinte años de la devolución de Hong Kong a China.
XI Jinping, el presidente chino, presidió el viernes el mayor desfile militar organizado en Hong Kong desde que Gran Bretaña devolvió al gigante asiático este territorio. Se cumplieron ayer veinte años de aquel día, y el presidente chino ha realizado una visita de tres jornadas para celebrarlo. Más de tres mil soldados, así como un centenar de vehículos, incluidos portamisiles y helicópteros, participaron en la parada, celebrada en la base de Shek Kong, al norte de Hong Kong. Observadores occidentales la han interpretado como una manifestación de fuerza china para intimidar, entre otros, al movimiento independentista hongkonguense.
La historia de Hong Kong es peculiar. China cedió este territorio a Gran Bretaña en 1842, tras la Primera Guerra del Opio. Cincuenta y seis años después, los británicos obtuvieron una concesión por noventa y nueve años. En los decenios de los setenta y ochenta del siglo XX, Hong Kong experimentó un gran desarrollo económico y, gracias a sus industrias tecnológicas, se convirtió en uno de los tigres asiáticos. Quienes lo visitaron en aquella época, o en la primera mitad de los noventa, descubrieron una sociedad joven, consumista, con notable poder adquisitivo y no pocos puntos en común con los países occidentales más adelantados. Luego, en 1997, y en cumplimiento del tratado decimonónico, Gran Bretaña devolvió Hong Kong a China, que le concedió un régimen administrativo especial. Se dijo entonces que la excolonia se regiría siguiendo el principio “un país, dos sistemas”, por el que China, pese a integrarla, le concedía un alto grado de autonomía en el medio siglo por venir. Pero, como era de prever, el choque entre una sociedad dinámica y acostumbrada al respeto de los derechos humanos y el gran país comunista no tardó en manifestarse. En el 2014, Hong Kong, que reúne a unos siete millones de habitantes en poco más de mil kilómetros cuadrados, vivió una revolución democrática que ocupó sus calles durante semanas. Desde entonces, se ha fortalecido el movimiento pro independencia, que Pekín ve con desagrado. Las espadas están en alto. Amnistía Internacional denunció en enero que los derechos humanos no habían sido nunca tan vulnerados en Hong Kong, desde 1997, como ahora.
Con toda probabilidad, y a pesar del pacto de devolución, China tratará de ir laminando poco a poco las especificidades del régimen hongkonguense. Su fuerza es enorme, en especial si la comparamos con la de los demócratas de Hong Kong. Pero la determinación de estos últimos es también considerable. El conflicto, de mayor o menor intensidad, está pues servido.