El adiós europeo que quiso Kohl
Mandatarios de varios países despiden al excanciller alemán en un acto en Estrasburgo inédito en la historia de la UE
No quería funerales de Estado en Alemania, y como en tantas otras cosas se salió con la suya. El excanciller alemán Helmut Kohl, fallecido el 16 de junio a los 87 años, padre de la reunificación de su país y gran europeísta, recibió ayer el homenaje de mandatarios en una ceremonia en el Parlamento Europeo de Estrasburgo.
Por primera vez en su historia la UE organizaba un homenaje así, inédito en su formato y lleno de emoción. Tras el acto, los restos mortales del excanciller fueron trasladados a la ciudad alemana de Espira, donde se celebró una misa en la catedral –Kohl era católico– y fue luego enterrado.
Las instituciones europeas le organizaron un adiós a la medida de su estatura de gigante de la política europea y alemana. Una veintena de líderes, en activo o retirados, le presentaron sus respetos en el hemiciclo, con su ataúd cubierto por la bandera europea y tres coronas de flores: una alemana, otra de la UE, y otra de su viuda, Maike Kohl-Richter. Estaban, entre otros: los presidentes de las instituciones europeas (Jean-Claude Juncker, Comisión; Antonio Tajani, Parlamento; y Donald Tusk, Consejo); Emmanuel Macron, presidente de Francia; Angela Merkel, canciller de Alemania; y los primeros ministros de Reino Unido (Theresa May); Rusia (Dmitri Medvédev) e Israel (Benjamin Netanyahu); y Bill Clinton, expresidente de Estados Unidos. España estuvo representada por Juan Carlos I y por Felipe González.
Tomaron la palabra ocho de ellos. Primero hablaron los tres representantes de la UE, y luego, por expreso deseo de la viuda, González, Clinton y Medvédev. Felipe González destacó la amistad y lealtad de Kohl, “algo raro en las relaciones políticas”, y su vocación europeísta por “una Alemania europea y nunca más una Europa alemana”. Tras una intervención de Macron, cerró los parlamentos Angela Merkel. La canciller glosó el legado de Kohl, agradeció a quien fue su mentor las oportunidades recibidas, y admitió haber tenido con él “algunas discrepancias”. Tuvo un recuerdo para su primera esposa, Hannelore, y dio el pésame a la viuda. (Hannelore Kohl, que había contraído una grave enfermedad, se suicidó en 2001. El viudo Kohl se casó en 2008 con Maike Richter, 34 años más joven.)
Estos días la prensa alemana ha detallado cómo la viuda invocaba la voluntad del difunto de no tener un funeral oficial en Alemania. El trasfondo de la elección de Estrasburgo se entiende no sólo por su significado europeo, sino también por el desencuentro de Kohl con sus compañeros de partido y con los gobernantes de su país. “No hay un solo político alemán actual que el antiguo canciller no considerara un traidor”, escribía esta semana Jens Thurau, analista de Die Zeit ydela Deutsche Welle, quien le define como un gran estadista que sin embargo nunca consideró suficiente el reconocimiento que le tributaron en vida sus sucesores en la cancillería y sus correligionarios de la CDU.
Según Der Spiegel, la desafección era tal que Kohl-Richter se oponía a que Merkel hablara en Estrasburgo, y quería en su lugar a Viktor Orbán, primer ministro húngaro. Walter y Peter, hijos de Kohl, sostenían que su segunda esposa le tenía aislado. Walter declaró que se enteró de la muerte de su padre por la radio, y que la última vez que hablaron fue en 2011, por teléfono. La vida privada de Kohl no fue tan rutilante como su carrera política.
CONTADAS INTERVENCIONES Merkel glosó el legado de Kohl pese a “algunas discrepancias” y Felipe González, su “lealtad” LA VISIÓN DE LA VIUDA Kohl-Richter insistía en que el difunto no deseaba un funeral de Estado en Alemania