La Vanguardia

Doctor Muerte en el Bronx

Henry Bello irrumpió en su antiguo hospital con un rifle y mató a una excompañer­a e hirió a otros seis sanitarios

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

El doctor Henry Bello, de 45 años, tuvo que dejar su empleo en un hospital del Bronx tras ser acusado de practicar acoso sexual. Renunció a su puesto pero decidió vengarse. El viernes, se hizo con un fusil de asalto AR-15 de los que se venden en supermerca­dos o en internet por 100 dólares, se puso su bata blanca y regresó al hospital. Subió hasta la planta 16 y ahí empezó a disparar contra sus excompañer­os. Mató a una doctora e hirió a otros seis sanitarios, cinco de ellos de gravedad. Luego subió a la planta 17 donde se prendió fuego y a continuaci­ón se disparó y corrió tambaleánd­ose envuelto en llamas por el pasillo del hospital hasta que se desplomó.

Cada día mueren 93 estadounid­enses por arma de fuego, las venganzas por cuestiones laborales también son frecuentes, pero es un hecho bastante más insólito que un médico irrumpa armado en un hospital dispuesto a matar. La cuestión es que con sus antecedent­es Henry Bello jamás debería haber sido contratado por el BronxLeban­on Hospital y menos aún tener acceso a un arma. En 2004, Bello se declaró culpable de privación ilegal de la libertad, después de que una mujer de 23 años le denunciara también por agresión sexual. Y en 2009 dos mujeres distintas le denunciaro­n por mirar debajo de sus faldas con un espejo. Es obvio que la verificaci­ón de antecedent­es para adquirir un arma tampoco ha funcionado esta vez. La mayoría republican­a del Congreso sigue negándose a restringir la venta de armas a delincuent­es y enfermos mentales.

En el caso del hospital del Bronx fallaron todos los controles. Cuando perdió el empleo, el Dr. Bello ya amenazó a sus colegas con “matarlos”. Y dos horas antes del suceso, Bello envió un correo electrónic­o al Daily News en el que acusaba al hospital de haberle condenado a dejar la práctica de la medicina.

Los testigos describier­on una escena dantesca. Disparos, fuego, humo y un enorme griterío de pacientes, familiares y sanitarios presas del pánico. Una mujer que se encontraba en la sala pediátrica con sus hijos los empujó debajo de una cama y formó una trinchera con su propio cuerpo para proteger a los niños. El bebé de un año lloraba y berreaba. “No sabía qué más hacer, mi corazón latía con fuerza y me puse a temblar”, explicó luego la madre.“Creí que iba a morir”, dijo

Pese a sus antecedent­es y sus amenazas de venganza, el médico se hizo con un fusil AR-15

Reinaldo del Villar, un paciente de 55 años que recibía tratamient­o para una lesión en la espalda.

Norma Ruiz, una auxiliar de enfermería que trabajaba en la planta del suceso no creía lo que acababa de vivir. “Oímos, boom, boom, boom. Pensamos que podía ser un paciente o un familiar, pero no, estaba sucediendo en la sala de los médicos”. Cuando el atacante cayó algunos sanitarios intentaron auxiliar a los heridos.

“Fue una verdadera tragedia e en un lugar que la gente asocia con la atención y el bienestar, una situación que se presentó de repente”, declaró el alcalde de Nueva York Bill de Blasio, que apresuró a precisar que “gracias a Dios no se trata de un acto de terrorismo”.

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TIMOTHY A. CLARY / AFP Los agentes acordonaro­n el hospital Bronx-Lebanon y evacuaron a gran parte del personal sanitario

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