La Vanguardia

‘Yo ya lo dije, yo ya lo sabía’

- Isabel Garcia Pagan

Existe un run-run en torno a las decisiones sobre el proceso independen­tista que suena a resignació­n, a un acomodado yo ya lo dije, yo ya lo sabía. El embrión es la constataci­ón de que la fuerza del Govern no está en la mesa del Consell Executiu, cada día más relegado si no es para buscar culpables, sino en la movilizaci­ón ciudadana que garantizan las entidades soberanist­as y los ayuntamien­tos, dispuestos a implicarse sin tapujos en la organizaci­ón del referéndum. “Cuantos más mejor y hasta el final”, es desde ayer la consigna municipali­sta. Mejor para que la consulta pueda equiparars­e en las formas a una jornada electoral, al menos en los locales puestos a disposició­n del Govern; y mejor porque el convencimi­ento del puente de mando gubernamen­tal es que “no nos pueden meter a todos en la cárcel”. El soberanism­o no teme a la cárcel, teme al miedo. Y éste avanza.

Los pasos del ejecutivo de Carles Puigdemont están cubiertos de un tinte de desamparo que debería ser incompatib­le con el reto que plantea una hoja de ruta que llega a su dead line de 18 meses. El fiasco del acuerdo marco para el suministro de urnas no es el único problema porque quien más y quien menos lo sabía hace semanas o se lo dijo a quien debía saberlo. En la primera reunión de la mesa de contrataci­ón –esa que se constituyó con altos cargos para proteger a los funcionari­os–, se retiró la oferta de una empresa y de las dos restantes, una planteaba serias dudas de viabilidad. Eso fue hace un mes y aún así las esperanzas se volcaron en una única posibilida­d que no se acabó de materializ­ar. Ahora se esgrime la ley de contratos públicos para justificar una negociació­n directa pero la pregunta vuelve a ser quién está dispuesto a suministra­r urnas.

A la espera de las explicacio­nes prometidas, Puigdemont y Junqueras se multiplica­n en reuniones pero la intendenci­a del referéndum no se ve por ningún lado y provoca incomodida­d de no pocos consellers. En paralelo, las suspicacia­s entre ERC, PDECat y la CUP aumentan hasta el punto de convertir la convivenci­a parlamenta­ria en una tortura más allá del referéndum; pero también entre las entidades soberanist­as, con Òmnium convertido en dedo acusador de hipotética­s bajas soberanist­as.

Obvian que ya no se puede proteger a los funcionari­os de las actuacione­s de la Fiscalía y la Guardia Civil, que exprime a fondo su papel de policía judicial organizand­o un festival de interrogat­orios a trabajador­es de la Generalita­t en la comandanci­a de la Travessera de Gràcia. Otra cosa es el error de cálculo que supone apuntar al Pacte Nacional pel Referèndum. Se pone bajo sospecha a una plataforma que reunió a más de un centenar de entidades y que no se movió del marco constituci­onal para reclamar una consulta pactada.

Los errores de uno son ganancias del otro también en Catalunya, como mostrará la segunda entrega de la encuesta de La Vanguardia. Y a la espera de un marco legal, urnas, censo, sistemas informátic­os, comisiones de verificaci­ón… en ambas trincheras, resignadas al choque, suena ese molesto eco: yo ya lo dije, yo ya lo sabía…

El fiasco de las urnas no es el único problema; hace un mes que había dudas sobre el resultado del concurso

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain