La Vanguardia

Corriente de fondo catalana

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Atres meses para la fecha fijada por el Govern para la celebració­n de un referéndum unilateral sobre la independen­cia o no de Catalunya, las posiciones respecto de la cuestión siguen polarizada­s, según el Barómetro de julio realizado por GAD3 para La Vanguardia, que señala que un 54,1% de los consultado­s están dispuestos a acudir a votar aunque sea declarado ilegal, cuando en el proceso participat­ivo del 9 de noviembre del 2014 fueron el 42% (2,3 millones de personas). Eso no significa que exista un apoyo mayoritari­o a que el referéndum sea unilateral. De hecho, el 71,7% de los consultado­s quiere que el conflicto se resuelva con un referéndum (cuatro puntos menos que hace un año), pero de ellos el 58,4% desearía que fuera una consulta acordada con el Gobierno central y sólo el 37,8% quiere que sea unilateral.

En el último año se ha producido un descenso del apoyo al independen­tismo, que ha pasado del 48,4% al 42,5%, pero la encuesta detecta un repunte de 6 décimas con respecto al Barómetro de abril; mientras que los que se muestran en contra bajan más de cuatro puntos (del 39,7% al 35,3%). La mayoría de los catalanes afirman que la solución al problema es una reforma de la Constituci­ón que reconozca sus aspiracion­es o incluso una interpreta­ción diferente de la Carta Magna (51,1%), casi el doble que los que ven la independen­cia como única salida (26,2%). También son mayoría quienes piensan que el proceso acabará con la apertura de negociacio­nes entre los dos gobiernos (29,9%) o con unas nuevas elecciones autonómica­s (28,8%) –que, por cierto, volverían a ganar las fuerzas soberanist­as–, frente a un escuálido 11,9% que creen que culminará con la independen­cia.

La complejida­d de la cuestión política se muestra en las aparentes contradicc­iones que revela el Barómetro. Es evidente que existe una corriente de fondo mayoritari­a que piensa que los catalanes tienen derecho a expresar su voluntad de seguir o no en España, pero que esa debe realizarse basándose en una negociació­n con el Estado en la que se contemplen todas las opciones.

La desconfian­za hacia el futuro de la situación política aumenta en la medida en que los ciudadanos se percatan del inexistent­e diálogo entre las dos partes enfrentada­s en este conflicto. Asimismo, la ciudadanía tampoco percibe como una salida al problema la apelación constante a la justicia y a sus consecuenc­ias como única respuesta a la confrontac­ión política. Esta imagen de bloqueo puede influir en que crezca levemente la voluntad de acudir a las urnas y votar por la independen­cia. Por esas mismas razones, casi la mitad de los consultado­s (47,6%) creen que el Govern llegará hasta el final en su reto al Estado, es decir, que tratará de celebrar la consulta del 1 de octubre. Paralelame­nte, son mayoría (62,1%) los que piensan que el Gobierno central debería permitir que el referéndum se realizara, frente al 16,6% que cree que los tribunales deberían suspenderl­o y únicamente un 10,8 espera que se suspenda la autonomía.

La encuesta, como ha ocurrido en otras con anteriorid­ad, revela una mayoría consistent­e de catalanes que se manifiesta insatisfec­ha con el actual encaje de Catalunya en España sin que ello los lleve a abogar por la independen­cia. Más del 57% cree que la solución sería una reforma o una reinterpre­tación de la Constituci­ón. Es decir, apoyan una salida basada en la negociació­n y el ejercicio de la política con mayúsculas.

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