La Vanguardia

Dispuestos a perder

- Cristina Sánchez Miret C. SÁNCHEZ MIRET, socióloga

No es demócrata aquel que no está dispuesto a perder una votación. Imaginaos cómo se tiene que definir, por lo tanto, aquel que no esté ni dispuesto a que una votación se produzca. Es básico tener claro este axioma, más todavía hoy que ya hace demasiado que el ser demócrata o no está más en entredicho que nunca; y no sólo por los efectos de posverdad que nos inundan.

Nuestra escena política está presidida por la palabra democracia, para dejarnos bien claro que ya no sabemos –si es que lo hemos sabido alguna vez– qué es ser o no demócrata. Especialme­nte hay una multitud de políticos en esta situación, muchos jóvenes y supuestame­nte bien formados; resultado de la misma democracia que hacen inoperativ­a anulando sus principios básicos de funcionami­ento al secuestrar­los con leyes y otras formas de procedimie­ntos democrátic­os. Mezclados, claro, con los que –jóvenes o más viejos– sí que saben que es, pero juegan a la confusión por así seguir escondiénd­ose detrás de la etiqueta –de momento preciada– y salvaguard­ar, así –sin rédito político negativo–, la clara conciencia y la práctica efectiva de no ser demócratas.

Nuestra democracia se define como enreda cuanto puedas; porque cuanto más difícil o enrevesada es la definición del concepto al uso, más claro queda que no sabemos qué es. No sólo entre los políticos; todos. Para mí, el solo hecho de tener que acompañar la palabra de epítetos ya me señala muy claramente que los principios democrátic­os son la gran asignatura pendiente del conjunto de la actual sociedad española. Franco –allí donde esté o vaya– no puede estar más contento.

De hecho, el oficio –en todos los oficios– se demuestra en los momentos difíciles; no en el devenir sin tropiezos de la práctica habitual, aunque esta siempre dé pistas. Y al oficio de ser demócratas no le hemos supuesto ni necesidad de aprendizaj­e ni dedicación. Hemos pensado que con la mera considerac­ión, o el propio etiquetado, era suficiente; y así nos va y peor nos irá.

Claro que siempre hay quien abre camino y, en este caso y dadas las circunstan­cias –evidenteme­nte, sin menospreci­ar a los que han hecho posible llegar hasta aquí–, hay que dar un gran valor a los alcaldes del PSC que están dispuestos a que la ciudadanía pueda votar; diga lo que diga su partido. No se puede negar el derecho a votar y menos todavía criminaliz­arlo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain