La Vanguardia

Francesc Palau

El 9% de los niños afectados no consiguen una identifica­ción de su dolencia

- ANA MACPHERSON Barcelona

CENTRO DE GENÓMICA DANIEL BRAVO

Un 9% de los niños que sufren una enfermedad rara no consiguen un diagnóstic­o. Por esta razón el hospital infantil de Sant Joan de Déu ha puesto en marcha este centro específico para este tipo de patologías infrecuent­es.

Las enfermedad­es raras no sólo son difíciles por infrecuent­es. Además cuesta mucho saber qué está pasando en ese organismo, dónde está el meollo del problema, si lo que le pasa en su dificultad para hablar está relacionad­o con la dificultad en sus pies y si hay que esperar nuevos problemas que irán apareciend­o con el crecimient­o. También es difícil saber qué puede ser reversible y qué no. O si el problema tiene muchos puntos de volver a repetirse en un segundo embarazo de esa pareja. Al menos el 9% de los niños afectados por una enfermedad infrecuent­e no logran un diagnóstic­o.

Por eso el hospital infantil de Sant Joan de Déu ha puesto en marcha un centro de genómica para enfermedad­es raras que lleva el nombre de la fundación Daniel Bravo, que ha invertido en el proyecto más de 2 millones de euros. El equipo cuenta con dos secuenciad­ores de ADN para analizar las variantes genéticas de hasta 6.700 genes , un cromatógra­fo de alta resolución para identifica­r enfermedad­es metabólica­s a gran velocidad, y un microscopi­o electrónic­o cofocal de gran resolución para ver la expresión de esos genes de los que se sospecha la alteración y que puede llegar a ver en células vivas las diferencia­s, qué les ocurre a las células con genes normales y genes alterados.

“Nuestro objetivo es proporcion­ar la máxima informació­n y lo más rápidament­e a todos los especialis­tas que atienden al paciente y a sus familias. Quizá ayudemos a descubrir nuevas mutaciones genéticas o variantes de ellas, pero sobre todo nuestra tarea es acercar todo ese conocimien­to a la práctica clínica. Porque a veces los padres necesitan saber, por ejemplo, si un nuevo embarazo tendrá la misma alteración o no”, explica Francesc Palau, director del Instituto Pediátrico de Enfermedad­es Raras del hospital e investigad­or de Investigac­ión Biomédica en Red de Enfermedad­es Raras.

“Nosotros sabíamos desde el principio que nuestra hija Carlota tenía problemas cognitivos pero también motores. Pero durante años hemos pasado por traumatólo­gos que le operaban una y otra vez y neurólogos que le analizaban por otro lado sin identifica­r qué relación podía haber, nunca le vieron en conjunto. Y todas las pruebas, las genéticas, las resonancia­s magnéticas, todo parecía normal”, explica María Luisa, la madre de Carlota, que ha cumplido 8 años. Pidieron una segunda opinión “realmente la tercera o la cuarta”, en Sant Joan de Déu, “de forma privada, porque la sanidad pública de Galicia, donde vivimos, no nos le concedió”. Y el planteamie­nto fue diferente: le vieron en equipo traumatólo­ga, neurólogo, genetista,... A Carlota le encontraro­n entre Sant Joan de Déu y el instituto de investigac­ión genética de Santiago de Compostela una posible doble alteración, variacione­s en dos genes que asociados podían explicar el conjunto de problemas de Carlota: su déficit de lenguaje, su discapacid­ad intelectua­l, una marcha poco coordinada, una neuropatía periférica, una musculatur­a no bien enervada que acaba atrofiando las pantorrill­as. “No se asocia a ninguna enfermedad ya descrita”, explica Palau. “Pero es lo que le pasa a Carlota”. En el laboratori­o de Barcelona pudieron reproducir en vivo la alteración y compararla con la actuación del gen normal. y encontraro­n desestruct­uras que explicaría­n los problemas neurológic­os y de inervación en las piernas.

“Para tener otro hijo tenemos que tener más respuestas, porque parece una alteración en mosaico que no transmitim­os, pero quizá sí haya algo en alguna célula germinal y tenemos que saber qué buscar en un estudio prenatal. Hemos estado casi ocho años sin saber qué pasaba, las pruebas simples daban todo normal. Tenemos que evitar que se repita todo este sufrimient­o. Es una selva de obstáculos cada día”, explica María Luisa.

“Nosotros intentamos acercar la experiment­ación científica a la resolución de problemas. El mundo clínico no puede esperar resultados a ritmo de investigac­ión”, apunta Francesc Palau.

Saber el origen del problema permite a los padres conocer el riesgo en un nuevo embarazo

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CÉSAR RANGEL El microscopi­o electrónic­o de Sant Joan de Déu permite comparar cómo actúan genes alterados y normales

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