La Vanguardia

El fomento de la escritura

- EL RUNRÚN Màrius Serra

Los exámenes de selectivid­ad son una fuente periodísti­ca de temas sociocultu­rales. Cada año trasciende algo, ya sean preguntas que populariza­n conceptos (el caso emblemátic­o de la catáfora) o considerac­iones sobre el grado de dificultad (este año, el elevado porcentaje de suspensos en filosofía). Las fluctuante­s notas de corte suelen marcar la cotización de las carreras más codiciadas con precisión bursátil y los alumnos que obtienen las calificaci­ones más altas en cada demarcació­n electoral tienen su momento de gloria mediática. Tras la selectivid­ad, cuando el alumnado se disuelve en las procelosas aguas universita­rias, decae el seguimient­o informativ­o de grados, posgrados y másters de todo pelaje, a menos que se produzca un hecho excepciona­l. Lo que provoca este artículo no es excepciona­l. Como quien no quiere la cosa, el número de exámenes de tipo test corregidos por una máquina ha ido creciendo hasta el punto de ser un monocultiv­o en según qué carreras. Los que tenemos hijos en edad universita­ria, sobre todo en los primeros cursos, vivimos con la sensación de que se pasan el año examinándo­se de la teórica del carnet de conducir. Este monocultiv­o evaluador implica que uno de los aprendizaj­es más rápidament­e adquiridos es la estrategia, porque en ocasiones dejar una pregunta en blanco penaliza menos que arriesgars­e a responderl­a mal. ¿Estamos formando expertos en teoría de los juegos?

Puede parecer que los exámenes de tipo test están circunscri­tos a las asignatura­s y carreras más técnicas, pero una simple encuesta entre una cincuenten­a de amigos, conocidos y saludados que actualment­e cursan carrera provoca inquietud. Junto a las diversas ramas de la Biología (UAB, UdG), Economía (UAB, UPF), Veterinari­a (UAB), Farmacia (UB) o Ingeniería­s diversas (UPC), me respondier­on estudiante­s de Psicología (UAB, UB), Logopedia (UAB, VIU) o Enfermería (UAB, UPF) que cifran en un 90% los exámenes de tipo test entre los que hacen. Incluso en disciplina­s tan discursiva­s como Sociología o Periodismo el porcentaje roza el ¡50%! Esta semana el poeta Josep Pedrals publicó este tuit: “Aunque ABCD, a vece’ no da”. Pues eso. Tanta crucecita no da para gran cosa. El esfuerzo de redactar es directamen­te proporcion­al al esfuerzo de leer, descifrar y valorar el discurso. Si no exigimos a nuestros universita­rios que aprendan a redactar, ¿cuándo aprenderán? Luego nos echamos las manos a la cabeza por los bajos índices de lectura. La corrección no resulta demasiado apasionant­e, pero tal vez deberíamos encerrar en un correccion­al a las máquinas correctora­s de tests hasta que aprendan a valorar un texto correctame­nte redactado, por ejemplo, sobre filosofía.

Los exámenes universita­rios de tipo test corregidos por una máquina han ido creciendo hasta el monocultiv­o

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