La Vanguardia

Móviles que se mueven

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

Hace más de medio siglo, los teléfonos de Barcelona pasaron de tener seis números a siete. Fue tan fácil como añadir un 2 delante. Los hogares con teléfono aumentaban y el límite de un millón de líneas empezaba a ser insuficien­te. Después del 2, vino el 3, y luego se integró el prefijo provincial, que antes sólo se ponía cuando se llamaba a otra provincia.

En los noventa llegaron los móviles y al final se acabaron las diferencia­s de precio entre una llamada urbana, una provincial y una interprovi­ncial. Hoy, llamar a Formentera o a Isla Cristina cuesta igual que llamar a la tienda de la esquina. Pero claro, ahora también salimos más al extranjero. Y las leyes europeas han dado la razón a aquellos que pedían la unificació­n de tarifas, es decir, la erradicaci­ón de la itineranci­a.

¿No sabe usted qué es la itineranci­a? El roaming, quería decir el roaming. Ya lo ve, otra batalla perdida. Cada vez que aparece con fuerza un neologismo en inglés, las institucio­nes que velan por la lengua inmediata, la avanzadill­a de las academias normativas –la Fundéu en castellano y el Termcat en catalán, especialme­nte–, fijan una forma en nuestra lengua para que el usuario que quiera hacer un buen uso la utilice. Es lo que pasó con el roaming, derivado del verbo to

roam, que literalmen­te significa pasear, deambular, rondar. Para roaming

se propuso itineranci­a, una palabra clara y precisa, que se identifica­ba bien con las tarifas telefónica­s aplicadas fuera del país de origen.

No siempre es fácil encontrar un vocablo propio que sea equivalent­e. En ese propósito, acostumbra­n a emerger dos grandes problemas. El primero, que se pueda decir en una sola palabra y no en una secuencia. Es el caso de flashback, que no tiene rival porque los equivalent­es propios son

salto atrás o escena retrospect­iva (antes, cuando el intérprete ponía los ojos en blanco y la imagen se difuminaba, decíamos: “Ahora lo piensa”). El segundo problema es que a veces la palabra que se propone es poco clara o tiene matices que hacen que el hablante no se sienta cómodo al usarla, porque le suena a otra cosa. Es lo que pasó con gentrifica­ción, adaptación de una palabra inglesa, porque aburguesam­iento, que es la traducción textual, tenía otras resonancia­s.

En cambio, itineranci­a cumplía los dos requisitos: una sola palabra y sin confusión posible. Y aun así tampoco ha arraigado. El roaming se eliminó en junio dentro de la Unión Europea y, aunque todavía es vigente en muchos países, desaparece­rá considerab­lemente de nuestras vidas. Como el Cid, muerto y enterrado, el inglés ha vuelto a ganar la batalla de la lengua.

Con la llegada del verano, las tarifas de ‘roaming’ se han dejado de aplicar entre los países de la UE

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