La Vanguardia

Espriu, en 1974

- Oriol Pi de Cabanyes

La Fundación Xavier Nogués publicó en el 2013 un libro En homenaje a Salvador Espriu. Aludiendo a la gestación de la tragicómic­a Primera historia de Esther, escribía Cecilia Vidal: “Tengo el gozo de haber sentido a explicar cómo eran de preciosas las escenas y las imágenes en que se representa­ban soberbios personajes que intervenía­n en aquellas seis estampas francesas con escenas del Antiguo Testamento. Láminas enmarcadas en elegantes molduras isabelinas, que la abuela [María Castelló, “la primera en explicarme la significan­cia del inmortal apólogo”] le contaba cada vez que lo dejaba entrar en aquella habitación por la que sentía verdadera devoción”.

Se trata de una serie de seis aguafuerte­s coloreados a mano impresos en París en tiempos de Napoleón III, los cuales, dibujados por conocidos artistas de la época y posteriorm­ente grabados por expertos artesanos, explicaban en imágenes la historia bíblica de aquella judía que, ascendida a reina de Babilonia porque ha sabido seducir al sátrapa Assuerus, consigue evitar el genocidio de su pueblo. Los grabados llevaban cada uno su título: La Toilette d’Esther, Esther est presentée au Roi Assuerus, La Coronation d’Esther, Le défaillime­nt d’Esther, Aman aux pieds d’Esther y Le Triomphe de Mardoqueus. Recuerdo una serie de grabados con esa misma historia de la reina Esther en el castillo de Escornalbo­u (Baix Camp), que fue del bibliófilo y mecenas Eduard Toda. Aquella fábula de títeres, “escrita como es en 1948, se puede pensar que contiene un mensaje en favor de una estrategia de tipo posibilist­a -camboniana- para la Catalunya cautiva de aquel momento”, dije suponer yo en otras páginas, en las que también copié la leyenda de uno aquellos grabados: “Durante la comida que la reina ofreció a Asuero, éste le preguntó lo que deseaba y ella le respondió ¡Oh Rey! ya que soy agradable a vuestros ojos, permitidme que implore de vos mi propia vida y la de todo mi pueblo, que habeis condenado a perecer. Soy judía y Aman, nuestro enemigo, hace recaer sobre vos toda su crueldad”.

Primera història d’Esther, prodigioso monumento a la negada lengua catalana, se gestó en plena resaca del Holocausto. Aquella “extraña palabrería de títeres” –como la definía el mismo Espriu en la dedicatori­a que escribió con bolígrafo en mi ejemplar– trataba en clave del entrismo en las instancias de poder como forma de conjurar, desde dentro, el peligro de destrucció­n del pueblo amenazado. Cuando se empieza a escribir esta fábula de títeres, en mayo de 1947, hace setenta años, Cambó acaba de morir a Argentina, en abril, sin ver políticame­nte recompensa­do colaboraci­onismo con el Minotauro que siempre había preconizad­o. Y en junio comienza la gira española de Evita, la reina de los descamisad­os, la dulce amansadora del siniestro general Perón... En febrero de 1948 Espriu ya tiene ultimado el apólogo. En mayo, Israel se declara estado independie­nte.

‘Primera història d’Esther’, prodigioso monumento a la negada lengua catalana, se gestó en plena resaca del Holocausto

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