Canet Rock crece pensando ya en una edición especial para el 2018
La cuarta edición del Canet Rock del siglo XXI ha crecido y se ha consolidado plenamente como escaparate de la escena musical catalana. En el festival del Pla d’en Sala de Arenys de Mar se han llegado a alcanzar los 22.000 asistentes durante 12 horas ininterrumpidas de música. Dos días antes del festival ya se habían agotado todas las entradas. Las amenazadoras nubes de tormenta del sábado no consiguieron estropear una edición en la cual un público eminentemente joven ha podido volver a ver salir el sol. El fin de fiesta llegó a las seis de la mañana de ayer domingo con Txarango (ha cerrado ya tres de las cuatro ediciones). La organización ya piensa en la edición del año que viene, la que superará las todavía ahora recordadas cuatro convocatorias del siglo XX, celebradas de 1975 a 1978. Para el 2018 quieren, por tanto, hacer una edición “muy especial”.
La directora del festival, Gemma Recoder, ha asegurado a la agencia Efe que el Canet Rock ha tenido un “éxito espectacular”. Se valora muy positivamente una de las novedades de este año, el canetum, la moneda de cambio del Canet Rock. Según Recoder, “es comodísima porque permite comprar de todo”. La directora del festival también ha asegurado que el Canet Rock se hace “casi por amor al arte” y que, a pesar del IVA del 21% y la crisis, se ha mantenido el precio de la entrada y los descuentos para jóvenes.
Este año han subido al escenario del Maresme hasta la madrugada de ayer los grupos Raska, Gossos, Jarabe de Palo, La Iaia (también ha actuado este fin de semana en el Vida Festival de Vilanova i la Geltrú con el primer concierto de la gira de su nuevo disco), Sopa de Cabra o Els Amics de les Arts.