La Vanguardia

Catalunya infrarroja

- Enric Juliana

El Gobierno de España trabaja con la hipótesis de que el independen­tismo está bajando en Catalunya. En la Moncloa tienen sus encuestas y están convencido­s de que la temperatur­a secesionis­ta disminuye lentamente. La termografí­a gubernamen­tal dice lo siguiente: el núcleo militante está más recalentad­o que nunca, pero la difusa periferia del movimiento de opinión soberanist­a, más pragmática, más utilitaris­ta, menos sentimenta­lizada, más híbrida, con más apellidos de origen no catalán, se está enfriando. Aunque las redes sociales emitan una fuerte radiación infrarroja, el independen­tismo está perdiendo amplitud social. Este es el diagnóstic­o de Madrid.

Las declaracio­nes del conseller Jordi Baiget en el periódico Punt

Avui, expresando con notable sinceridad su preocupaci­ón ante la capacidad coercitiva del Estado –“yo puedo aguantar ir a la cárcel, pero no si van contra mi patrimonio, debo pensar en mi familia...”– provocaron ayer un agujero en la capa térmica del Gobierno catalán. Una vistosa mancha azul-violeta –señal de enfriamien­to– en la mesa redonda de la sala Tarradella­s del Palau de la Generalita­t.

Las dudas de Baiget, compartida­s en privado por otros miembros del Govern y por no pocos altos cargos de la Generalita­t, eran peligrosas para la actual fase de inyección del cohete 1-O.

Carles Puigdemont, verboso, ardiente y determinad­o, destituyó anoche a Baiget y dejó de color de rosa a Marta Pascal, coordinado­ra general del PDECat, que al mediodía daba por hecha la continuida­d del conseller hamletiano, en un claro mensaje de complicida­d con los sectores moderados. La autoridad de Pascal en el PDECat es una de las claves importante­s de los próximos meses.

Sustituye a Baiget el intuitivo Santi Vila, hombre de sofisticad­o cromatismo fosforesce­nte. Vila se ilumina en soberanist­a cuando el ambiente oscurece y adopta tonos más fríos cuando el coro independen­tista se enardece.

El núcleo está recalentad­o, eso parece evidente. Y el Gobierno de España añade que la periferia soberanist­a se está enfriando. Así lo ve y así necesita verlo.

La encuesta publicada este fin de semana por La Vanguardia ofrece algunos contrastes más. Se confirma la variedad cromática de la sociedad catalana. Un 54% dice que iría a votar en la convocator­ia unilateral del 1 de octubre, pero un 58% preferiría una consulta acordada. Un 71% quiere que se someta a referéndum la independen­cia (cuatro puntos menos que en la encuesta de abril), pero el 57% cree que la mejor solución sería una reforma o reinterpre­tación de la Constituci­ón. Un 42% votaría sí a la independen­cia, pero sólo un 11,9% (el doble que en abril) cree que la secesión vaya a producirse.

Se observa en la encuesta un fuerte deseo de protesta, por encima del contradict­orio cruce de temperatur­as y tonalidade­s. El oficialism­o español está en horas bajas después de los últimos escándalos en Madrid –subrayados por la moción de censura de Podemos– y de su clamorosa derrota en las primarias del PSOE. Un viento antigubern­amental recorre toda España, y Catalunya siempre ha sido un gran condensado­r de la protesta política.

El 1 de octubre puede convertirs­e en un gigantesco acto de protesta contra el quietismo violáceo del Gobierno Rajoy.

Hay temperatur­as muy distintas en Catalunya, pero crece el deseo de protesta ante el quietismo de Rajoy

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LLIBERT TEIXIDO
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