La Vanguardia

Trump y Putin, cara a cara

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MÁS de dos horas duró la primera reunión entre Donald Trump y Vladímir Putin, ayer, en Hamburgo; un encuentro en el que el primero se jugaba parte de su credibilid­ad como presidente de Estados Unidos. Ucrania, Siria, el terrorismo yihadista, los ciberataqu­es y el calentamie­nto de la Tierra fueron los temas tratados. Lo primero que trascendió una vez concluida la reunión fue un acuerdo para un alto el fuego a partir de mañana en el sudoeste de Siria. Habrá que ver si el tándem Trump-Putin tiene suficiente autoridad para que la medida se respete.

La expectació­n mediática creada ante este primer cara a cara, en el marco de las reuniones del G-20, estaba justificad­a. Había interés por ver la forma en que el presidente estadounid­ense mantenía la distancia con respecto de su homónimo ruso después de algunas evidencias sobre la existencia de una trama rusa en su apoyo en la campaña electoral, así como de posibles connivenci­as de miembros de su Administra­ción con Moscú, incluido su propio yerno. Tras la llegada de Trump a la Casa Blanca, este dijo que esperaba que las relaciones con Rusia mejoraran por el bien de los dos países, lo que provocó estupefacc­ión y un enorme malestar en las filas republican­as.

Pero la crisis siria la aprovechó Trump para marcar el primer distanciam­iento entre su Administra­ción y Moscú. El ataque perpetrado en abril por fuerzas aéreas norteameri­canas contra una base militar siria donde había personal ruso, tras las sospechas de que el régimen de El Asad había bombardead­o población civil con gas, desconcert­ó a Putin, que rechazó las acusacione­s estadounid­enses al régimen de Damasco. Trump calificó exageradam­ente la relación con Moscú como “la más baja de la historia”.

El jueves, en Varsovia, Donald Trump quiso halagar los oídos del Gobierno polaco atacando la política de Putin en Ucrania y Siria, con lo que preparaba el terreno para dejar claro que la connivenci­a entre su Administra­ción y Moscú es como mucho un “invento de la prensa”. Aprovechó la ocasión, además, para declarar su apoyo a la OTAN –cosa que olvidó hacer en la cumbre de esa organizaci­ón en mayo, lo que hizo saltar no pocas alarmas– y, al mismo tiempo, felicitar a Varsovia por su interés en la compra de misiles estadounid­enses. Es decir, Trump marcaba aún más distancias con Putin, que era lo que le pedían los republican­os, en la víspera de la reunión.

Por lo visto en el primer saludo y apretón de manos entre ambos, el tono fue más distendido que protocolar­io. “Es un honor estar aquí con usted”, concedió Trump, a lo que Putin respondió: “Encantado de conocerle. Hemos hablado mucho por teléfono, pero no es suficiente” y ambos desearon que la reunión fuera fructífera para los dos países y todo el mundo. Tras el encuentro, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, dijo que Putin negó las acusacione­s de interferen­cia rusa en la campaña electoral americana y que Trump aceptó sus explicacio­nes. Una versión distinta dio el secretario de Estado Rex Tillerson, al afirmar que sobre ese tema hubo un “intercambi­o largo y enérgico”, pero admitiendo que hubo “buena química” entre ambos.

Si el primer obstáculo parece haberlo salvado Trump, queda por ver qué pasa hoy con el resto de líderes mundiales en el G-20. De entrada, la UE le ha recibido con un acuerdo con Japón para activar el libre comercio.

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