La Vanguardia

La catedral de la CUP

- Susana Quadrado

Querido Dios: espero que al recibo de esta te encuentres bien. Ya sabes que quien esto firma es una irreverent­e y también que no aspira a ganarse el cielo con estos artículos. Con todo, he creído necesario escribirte ahora por un asunto que quizá te interese y que no es fácil de resumir en 2.800 caracteres. Resulta que una parte de tus criaturas, muy pocas, pretende convertir la catedral de Barcelona en un economato y en una escuela de música. Y me preguntaba yo, en mi ignorancia, si podrías decirme qué material utilizaste en su día para crearlos porque me da a mí que algo raro pasó.

Por sus ideas reconocerá­s a estas criaturas. No te descubro nada. Recordarás que en septiembre del año pasado se descolgaro­n con que querían quitar el monumento de Colón por esclavista, dijeron. Sí, son los mismos, no todos, claro, los cupaires, por CUP, unas siglas bajo las que ocupan (con c) legítimame­nte algunas plazas en el sistema público de institucio­nes. Sistema: palabra que odian. Capital: otra que aborrecen. Socializac­ión forzosa: esta sí que les gusta.

Lo de la catedral se le ha ocurrido a un concejal del distrito de Ciutat Vella. Bello edificio de estilo gótico de tres naves, primer templo de la Archidióce­sis de Barcelona, cinco cultos diarios y seis en vigilias y días festivos (por no citar funerales y otros oficios religiosos). Y, además, punto turístico de visita obligada. El regidor ha conseguido unos quijotesco­s minutos de gloria cantando las alabanzas de una idea de bombero que no hace más que avivar las brasas de una tórrida canícula política.

Aprovecho estas letras para contar que servidora piensa que el disfrute de exenciones fiscales por parte de la Iglesia y de otras entidades es una cuestión que debería debatirse en algún momento u otro, aunque sé cuán difícil resultaría en este caso debido al Concordato con la Santa Sede. A ver si se me entiende bien: la sociedad conoce y valora la gran labor social de la Iglesia, eso no está para nada en cuestión.

Una cosa es el asunto del pago del IBI, o que los poderes públicos garanticen la laicidad del Estado, y otra muy distinta que haya que empezar a expropiar centros de culto (¿y los no católicos?). Qué acertado estuvo esta vez el primer teniente de la alcaldía de Colau y los comunes, Gerard Pisarello, al interpelar a la CUP sobre si también pedirán la socializac­ión forzosa, sic, de las parroquias de Berga, donde gobiernan. Ah, no, en sus feudos no.

Que Ciutat Vella padece de forma descarnada los estragos del turismo nada tiene que ver ni con la Iglesia ni con el disparate del concejal cupaire. ¿Por qué meter la catedral en esto? ¿Por Google Maps? Las sedes de la Generalita­t y del Ayuntamien­to o el zoo también están en Ciutat Vella y que sepamos a nadie se le ha pasado por la cabeza ocuparlos (ni con c ni con k) para instalar allí vete a saber qué.

Querido Dios, sólo pretendía con este escrito expresar mi asombro. Pero no quiero despedirme sin trasladart­e una pregunta: tú que abrazas y conoces bien a todas tus criaturas, ¿puedes hacer algo? Gracias.

El concejal de distrito ha tenido sus minutos de gloria cantando las alabanzas de una idea de bombero

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