La compasión de Zweig
Simon McBurney adapta en el Lliure la novela ‘La impaciencia del corazón’ de Stefan Zweig, un aviso de la guerra mundial
Una de las grandes propuestas del festival Grec desembarca hoy y mañana en el Teatre Lliure: La impaciencia del corazón, la adaptación de la novela homónima de Stefan Zweig a cargo del británico Simon McBurney y su compañía Complicité. Que se han sumado a uno de los grandes teatros europeos, la Schaubühne berlinesa, siete de cuyos actores suben al escenario del Lliure. Un montaje que, explicó ayer en Barcelona su codirector, James Yeatman, resonaba mucho a la situación actual mientras lo creaban.
Yeatman recuerda que McBurney eligió La impaciencia del corazón –publicada en España por Acantilado– porque, aunque escrita en el 1939, estaba ambientada antes de la Primera Guerra Mundial. Y funcionaba de aviso de la contienda que se le venía encima a Europa. “Era un aviso de lo fácil que era para Europa hacerse pedazos, como le sucedió al imperio austrohúngaro en la Gran Guerra con esos hombres jóvenes crecidos en una cultura militar que no tenían la fuerza mental para detener el horror”, señala.
“Y mientras creábamos la obra, Europa daba miedo de nuevo con la crisis de los refugiados y Grecia. Y ahora desde una perspectiva británica parece más frágil. La obra es un mensaje del pasado sobre Europa, que puede parecer ese imperio austrohúngaro formado por una colección de Estados, lenguas, culturas, religiones. Y desapareció. Hoy preocupa la paz que tenemos y cómo puede ser de delicada. Y cómo de fácil es ser débil y seguir a la masa”.
La historia de La impaciencia del corazón, afirma, “parece una muy pequeña historia doméstica de un soldado en una pequeña población fronteriza entre Austria y Hungría que entra en relación con una mujer local rica judía”. Una mujer en silla de ruedas a la que invita por error a bailar y con la que acaba prometido por piedad. A partir de ahí el montaje reflexiona sobre la responsabilidad de la pequeña gente que queda atrapada en sucesos mayores. Y sobre la compasión. “Hay dos: sentirte mal por otro para sentirte tú mejor, lo que te distancia, y la piedad constructiva, entrar en el dolor de otro. Zweig critica la piedad perezosa”.
Una historia narrada en escena a través del vídeo y, sobre todo, la voz humana, a través de una orquesta de voces, dice Yeatman, en la que todos los actores comparten la narrativa de la novela y “vemos más las palabras que los personajes”. Un montaje que trata, concluye, de “escenificar la novela desde dentro de la cabeza del protagonista más que presentar su historia como hechos”.