Máster de Nadal
El mallorquín da una clase magistral a Jachánov y avanza a octavos
UN CRUCE PELIGROSO El siguiente obstáculo de Nadal es Gilles Muller, un especialista en hierba que viene en racha
EL OTRO PROTAGONISTA Bautista Agut también llega a los octavos tras una brillante victoria ante Kei Nishikori
La diferencia entre el potencial y la realidad se aprecia en el momento en el que ambos se encuentran cara a cara. Cuando Karen Jachánov saltó a la pista central de Wimbledon y vio al otro lado de la red a Rafael Nadal, entendió la dimensión de su figura. Ya no era una sesión de entrenamientos con el campeón de 15 Grand Slam. Era Nadal en modo competidor. Y si al competidor le sumas hambre infinita, el resultado tendrá forma de clase magistral. El número dos del mundo ejerció de profesor y el ruso de 21 años fue un alumno aplicado. De menos a más, Jachánov fue un digno aprendiz. En el primer set Nadal aplicó la ley de la experiencia. En el segundo dejó entrar a su rival en el debate. Y en el tercero, el pupilo de Galo Blanco dio muestras de lo que puede llegar a ser. Tuvo una bola de set Jachánov, que prolongó la manga a una muerte súbita pero en arenas movedizas, Nadal impuso su ley: 6-1, 6-4 y 7-6(3) en dos horas y cuarto de lección. Pero también 28 sets consecutivos. Una declaración de intenciones.
“He hecho una muy buena primera semana”, valoró Nadal. “Hoy he jugado a un nivel que hacía tiempo que no jugaba. Por un momento he sido capaz de producir algo especial. Si consiguiera jugar como lo he hecho en los primeros cuatro juegos, sería un candidato a grandes cosas, pero es algo muy difícil. Ha sido casi irreal”.
Por primera vez desde el 2014 y segunda vez desde el 2011, Nadal estará en la segunda semana de Wimbledon. Con la hierba desgastada y el fondo ya de tierra, el mallorquín se vuelve más peligroso. Llega la primera prueba seria, ante un especialista de la superficie como Gilles Muller. “Es un rival muy incómodo”, fotografió. “Tiene muy buen saque y viene con mucho bagaje en su superficie predilecta”. El jugador de Luxemburgo, campeón en ’s-Hertogenbosch y semifinalista en Queen’s, lleva diez victorias sobre hierba y una sola derrota. Eso sí, a Nadal se le ha puesto cara de candidato firme al triunfo. Su transición al césped ha sido más que satisfactoria. Y sus rivales lo saben.
Nadal no estará solo en la segunda semana de Wimbledon. Le acompañará un habitual del último bienio: Roberto Bautista.
Bautista ha sido la definición de consistencia de un tiempo a esta parte. Ganar los partidos que le han correspondido por jerarquía y topar con el muro de un rival de mejor ranking. El perder con quien toca perder. El jugador de Castellón llevaba un 0-4 ante miembros del Top 10 en este curso, cumpliendo con la teoría.
Desde Wimbledon 2015, Bautista no se ha despedido antes de tercera ronda en ninguno de los cuatro Grand Slams. Es más, en seis de los últimos siete, ha llegado a la segunda semana. Un dato que no debería pasar inadvertido, pues indica que su listón es alto. Ayer, cuando llegó el partido termómetro ante Kei Nishikori, Bautista logró la excepción que confirma la regla. El jugador de Castellón no defraudó a su gran amigo Sergio García, campeón del Masters de Augusta y espectador de lujo en la grada. García, que dejó la Royal Box de la pista central para alentar al número 19 del mundo, pudo sentirse identificado con lo que vio. Él, que hasta la victoria en Augusta siempre había sido muy consistente pero se quedaba en la orilla, rompió con su propio destino al enfundarse la chaqueta verde.
Si bien es cierto que Bautista aún no ha alcanzado los cuartos de final de un grande, ha conseguido desafiar a lo escrito sobre el papel. Si por ranking Nishikori era el favorito, en la pista el de Castellón fue superior: 6-4, 7-6 (3), 3-6 y 6-3.
“Hace muchos años que nos conocemos Sergio García y yo. Nos llevamos muy bien, yo entreno en el Club de campo Mediterráneo, que es su club y hay muy buena relación”, explicó después Bautista, que reconoció que su amigo es muy bueno al tenis. “Jugamos a menudo en vacaciones”.
García regresó después a la Royal Box para ser testigo de la exhibición de su otro buen amigo, Nadal. Día redondo en Wimbledon. Día para los Masters.